MADRID 28 Nov. (OTR/PRESS) -
Hoy es jornada de reflexión: el mayor contrasentido en la era de las tecnologías. De las veinticuatro horas del día sobran veintitrés a estos efectos. En argot se diría que a estas horas, todo el bacalao está vendido. Y la escasez es la norma.
Personalmente me encuentro en una encrucijada intelectual y ética. Una parte de mí, quiere un alto índice de votos en blanco y de abstención que sirva de llamada de atención a los dirigentes políticos para que se reencuentren con los ciudadanos y con sus militantes. La desafección, que es un término que ha estado utilizando como un chantaje permanente el president Montilla a lo largo de su única legislatura -es casi metafísicamente imposible que en el resto de su vida tenga una oportunidad como la que ha desaprovechado el president- no ha sido de Cataluña con España, que también, sino de los ciudadanos catalanes con su clase política.
En esta jornada de reflexión, algunos candidatos se refieren a un techo de un cincuenta y cinco por ciento de participantes, mientras que otros se conformarían con llegar al meridiano mágico del cincuenta por ciento: ¿conformarse con el voto de uno de cada dos electores?
Esta crisis sistémica que envuelve nuestra economía es sólo una de las caras del poliedro de la gran crisis en la que la democracia como sistema político y los partidos como instituciones han sido incapaces de modernizarse en el sentido de adaptación a los nuevos tiempos que requieren nuevas respuestas, nuevos instrumentos y una dinámica de participación distinta.
La campaña electoral catalana ha sido un espectacular escaparate de esa incapacidad; ha permitido conocer que el ingenio de nuestros políticos ha llegado a simbolizar en un orgasmo -femenino, por supuesto, como corresponde a la corriente machista dominante- la mayor motivación para acudir a votar.
A partir de mañana empieza el día después que conduce a una carrera de obstáculos, no sólo para el partido que ha gozado de más poder en España, el PSOE, sino para toda una élite intelectual y política que no ha sido capaz de construir un proyecto para este mundo globalizado. El Populismo es la gran amenaza como antesala de un gran autoritarismo en la que el dinero, los mercados, tendrán la sartén por el mango.