Actualizado 08/02/2007 01:00

Consuelo Sánchez-Vicente.- El botellón

MADRID 8 Feb. (OTR/PRESS) -

El ruido político debe superar en muchos decibelios los límites de la legislación medioambiental; no es cuestión de reiterar aquí cada episodio pero, ¡menudo botellón!. Las dos grandes (y casi únicas, la verdad, intenten recordar otra) apuestas de Legislatura del presidente Rodríguez Zapatero, "el Proceso" y "el Estatut", yo creo que son dos desastres sin paliativos. ¿Tanto como para adelantar las elecciones como dicen algunos? Pues, miren, quizá sí.

¿Debió aceptar Zapatero el alto el fuego etarra? ¿Y contar en el empeño con el apoyo del PP? Claro que sí, hombre; es más, incluso sin el apoyo del PP mi convicción personal es que su deber era intentarlo. Como todos sus antecesores, ¿por qué él no?. Ahí es donde, desde mi punto de vista, se ha equivocado el PP. Pero, hasta el 30-D, caramba, hasta que ETA volvió a matar, que es lo que hicieron quienes lo intentaron antes que él, no porque "su ansia infinita de paz" fuera menor que la del actual presidente o porque no estuvieran tan decididos como él a poner "lo mejor de sí mismos" en la tarea de intentar dejar a nuestros hijos un país sin ETA, si no porque andarse con tiquismiquis de si "suspendo" o "rompo" el mismo día que ETA te pone dos muertos sobre la mesa es darle la iniciativa política a los terroristas. De huir, vamos.

La polémica sobre el desequilibrio "¡político!" en que ha quedado el Tribunal Constitucional tras la exclusión de uno de los jueces "¡del Gobierno!" de la decisión sobre la constitucionalidad del Estatuto catalán remite a una de esas situaciones que, como se suele decir, si se explican es peor; pero el Gobierno y el PP han decidido "explicárnosla" con un descaro casi pornográfico. Si faltaba alguna prueba concluyente sobre el carácter partidario del máximo intérprete de la Constitución de nuestro país, ya la tenemos. Que el Estatuto catalán encaje o no en la Constitución no depende, según estamos viendo, de lo que esta diga sobre los artículos presuntamente inconstitucionales de aquel, sino de que la mayoría del Tribunal sea afín al PSOE, o afín al PP. ¿Mejor sería cerrarlo? Seguramente sí, por "escándalo público". Que aunque se llame "Tribunal" y lo integren "jueces" el Tribunal Constitucional no es "Poder Judicial" sino un órgano político, es cosa sabida; pero, si la honorabilidad y la imparcialidad que sus miembros están obligados a observar es poesía: si en vez de a la Constitución sirven a "su señor", ¿para qué sirven?.

Consuelo Sánchez-Vicente.

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