MADRID 4 Mar. (OTR/PRESS) -
Soy de tierra de cazadores y, aunque en mi vida he cogido un arma ni participado en una montería, estoy muy familiarizada por proximidad con ese sector. Muchos de mis amigos de juventud solían salir los fines de semana por la noche al campo y como no tenían un duro, se arriesgaban, como furtivos a ser detenidos o multados por la Guardia Civil. Hace treinta años en mi tierra era muy común que la afición se trasmitiera de padres a hijos pero, eso sí, teniendo un respeto escrupuloso por las épocas de veda de las distintas especies hasta el punto de que saltarse la norma era motivo de repudio general. Los cazadores eran y son personas amantes de la vida al aire libre, del campo y la naturaleza y por paradójico que pueda parecerles a los nuevos 'ecologistas de salón', se sentían y se sienten los mayores y mejores protectores de la pervivencia algunas de las especies en peligro de extinción.
Un buen amigo mío mantiene la tesis que la gran revolución social de nuestro país, en términos de igualdad de clases se produjo gracias a la caza, donde los señoritos y los jornaleros se median por igual y casi siempre eran los segundos quienes conseguían las mejores piezas, aunque el merito se lo llevaran ¡como no! los de alta cuna. Sea cierto o no lo que sí ha conseguido la ministra Narbona es unir a cazadores agricultores y ganaderos de todas las clases sociales, ideologías y procedencias geográficas en contra de la polémica Ley de Biodiversidad, en la que se amplia la prohibición de usar perdigones de plomo en humedales y por la que el Gobierno tiene la potestad de aumentar las restricciones de los cotos privados.
Como digo no soy experta en el tema, ni me gusta la caza, ni en mi familia hay cazadores pero no tengo ni el prejuicio ni la ignorancia que demuestran los 'progres' de pacotilla de creer que este es un deporte de ricos o de depredadores del medio ambiente. En nuestro país hay nada menos que 600.000 cazadores federados y esta actividad mueve 3.000 millones de euros anuales y da trabajo a más de 20.000 personas, lo cual es motivo suficiente para que al menos se escuchen sus reivindicaciones. Madrid se convirtió el pasado fin de semana en el escenario de la mayor protesta de cazadores que jamás se haya producido en nuestro país y la ministra del ramo en vez de tomar nota se limitó a desacreditarla calificándola de maniobra electoralista del PP. Eso no es cierto. Ella lo sabe, como sabe que muchos de los participantes en al marcha son militantes y votantes de su propio partido. Pero ya se sabe que en época de elecciones a algunos se les nubla el conocimiento con solo pensar que pueden perder un voto y no hay mayor ciego que quien no quiere ver...
Esther Esteban