El retorno a Madrid del embajador de Marruecos es una buena noticia. Buena nueva, en la medida en la que Rabat reconoce que "llamar a consultas" a su representante diplomático fue una pataleta por la visita oficial del Rey de España a Ceuta y Melilla.
Dar otro sentido a la vuelta del embajador, a mi modo de ver, sería entrar en el artero registro con el que nuestro vecino del Sur acostumbra a tratar la cuestión de las ciudades españolas del Norte de África.
Puesto que el anuncio de la normalización de relaciones diplomáticas ha sido presentado por el Gobierno como el corolario de la reciente visita a Rabat del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, convendría que la opinión pública conociera el contenido de la carta del presidente Zapatero al rey Mohamed VI. Saber qué decía la mencionada carta acabaría con algunas de las especulaciones que hemos podido oír en las últimas horas.
La visita de Don Juan Carlos a Ceuta y Melilla generó una poderosa corriente de entusiasmo político (y patriótico) entre los ciudadanos que residen en estas dos capitales; ciudadanos que, como se sabe, viven bajo la permanente tensión psicológica a la que les someten las autoridades y los grupos políticos marroquíes que reclaman la 'vuelta' a Marruecos de éstas dos ciudades españolas.
La visita del Rey tranquilizó a ceutíes y melillenses en la medida en la que reafirmaba la españolidad de las dos ciudades. Puesto que ésa es oficialmente la política del Gobierno de España y ya que la carta ha sido presentada desde Rabat como un elemento importante en el proceso que ha culminado con el anuncio del retorno del embajador, tengo para mí que el contenido de la misiva no debería constituir origen de inquietud.
Por eso creo que el Gobierno debe revelar el contenido de la carta. ¿Por qué? Pues, porque la transparencia en los asuntos públicos es la mejor garantía del buen funcionamiento del sistema democrático. Y, además, porque tranquilizaría a las buenas gentes de Ceuta y de Melila.
Fermín Bocos