MADRID 25 Abr. (OTR/PRESS) -
En España, en éstos días, no hay oposición. Sí a la crisis que tiene empantanado al Partido Popular sumamos la que padece el PNV y a ésta añadimos la irrelevancia actual de Izquierda Unida obtendríamos el dibujo de un inopinado escenario político que ,en la práctica, permite a Rodríguez Zapatero gobernar como si el PSOE hubiera obtenido mayoría absoluta en las elecciones del pasado 9 de marzo.
Y se nota. Se nota: en la tranquilidad con la que están despachando la crisis económica desde los negociados del señor Solbes y el señor Sebastián; se nota: en la soltura -desprovista de memoria- con la que desde la otra Vicepresidencia se niega el trasvase del Ebro aunque habrá tubería para llevar "agua de boca" a Barcelona y, en fin, se nota en la cachaza con la que el Gobierno en su conjunto se está tomando estos primeros compases de la nueva legislatura.
Rajoy pierde elecciones pero no parece dispuesto a perder el congreso de Valencia así que a los efectos de su encomienda parlamentaria, como jefe de la oposición, está ausente. Es una ausencia que reverbera y no encuentra disimulo en las actuaciones de Soraya Sáez de Santamaría, precaria portavoz parlamentaria del PP.
Por Clístenes, el precursor que desconfiaba de los poderosos, sabemos que la democracia es un sistema necesitado de contrapesos.Sin oposición, en ausencia de un contrapunto a las acciones del Gobierno, el sistema se empobrece y tiende a la arbitrariedad. Así se las ponían a Fernando VII.
Fermín Bocos.