Actualizado 26/02/2008 01:00

Fernando Jáuregui.- No te va a gustar.- Ganar un debate no es ganar las elecciones

MADRID 26 Feb. (OTR/PRESS) -

Figuro, me temo, entre los escépticos que no atribuyen propiedades curativas ni taumatúrgicas a los debates preelectorales. Cierto que es mejor tenerlos, aun con este formato encorsetado, que no tenerlos en absoluto, como nos ha venido ocurriendo en los últimos quince años. Pero de ahí a pensar que en la noche de este lunes se decidió la mitad del resultado electoral, y que la otra media se resolverá el lunes próximo, hay un abismo.

Los electores, a falta de profundización en las cuestiones que nos convienen y competen, tenemos sentido del espectáculo. Las formas priman sobre el fondo. No digo yo que hayamos vuelto a un moderno sucedáneo del 'pan y circo' con que los emperadores romanos entretenían a las masas, pero no me negarán ustedes que algo de circense hay en el montaje y desarrollo de la debatitis que nos aqueja: el más pausado, el más arriesgado, el menos respetuoso con el adversario, el que tiene más 'cara' (perdonen el término vulgar, pero ¿cómo decirlo si no, sin que resulte ofensivo?) es, usualmente, el que gana (y conste, desde luego, que no estoy atacando al vencedor -aunque ¿quién es el vencedor en esta ocasión?-).

Ocurre con las tertulias radiofónicas, y con muchos de esos aquelarres que algunas televisiones montan entre opinadores radicalizados: el favorito del público es el gladiador más sanguinario, el que lanza más lejos su grito de guerra, no el que más técnica, mejores motivaciones o mayores conocimientos demuestra.

Y ya se sabe que uno de los dos -usted sabe cuál de los dos- ha mostrado siempre, no solamente ahora, mayor instinto 'killer' con el oponente. ¿Ese es el que ha ganado, el que gana... el debate, que no necesariamente las elecciones??

Fernando Jáuregui.

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