MADRID 26 Mar. (OTR/PRESS) -
No, prisa, lo que se dice prisa, no parece tener don Mariano Rajoy. Y, con un tempo propio de registrador de la propiedad, y no de político, ha aplazado hasta la semana que viene la decisión acerca de quién será el nuevo portavoz parlamentario en el Congreso (y en el Senado, aunque ahí se da por seguro a Pío García Escudero). Este cronista ha podido escuchar algunas voces disconformes en la sede central del PP en la madrileña calle Génova, y no solo ahí, disgustadas con tal aplazamiento: mientras Zapatero ha movido ya buena parte de las fichas en las filas gubernamentales, en la oposición, donde teóricamente se deberían haber puesto las pilas con mayor antelación, se va a marcha de paquidermo.
Claro que siempre hay gentes dispuestas a cubrir los huecos. Y ahí sigue la lucha subterránea entre Esperanza Aguirre y Francisco Camps por colocar al portavoz parlamentario (puesto clave para el PP), y están los alfilerazos desde la Comunidad de Madrid a los planes urbanísticos de Alberto Ruiz Gallardón, intentando 'desmontar' al alcalde que se ha 'sacrificado' continuando en el puesto de regidor de la Villa pese a que no le incluyeran en la lista electoral madrileña.
Así que la impresión, a primera vista, es la de que hay algunas tensiones poselectorales en el principal, en realidad único, partido de la oposición. Y, a todo esto, ¿dónde está Rajoy? ¿sigue, se preguntaban algunos, de vacaciones en tierras mexicanas? No, que ya ha regresado, y hasta ha sido visto recogiendo su acta de diputado, enfatizando que es él quien administra sus tiempos políticos. Aunque, más que administración de 'tempos', dicen algunos que le son cercanos que el entusiasmo no es lo que en él prima en estos momentos. Resulta comprensible, por lo demás.
Varios en el entorno de Rajoy le animan a no esperar tanto como hasta el congreso del PP en junio para decantarse acerca de quiénes son 'los suyos' y empezar a mover fichas ya: ¿se abstendrá, como él quiere y contra lo que sus 'halcones' desean, en la votación de investidura de Zapatero, o acabará votando en contra? ¿A quién nombrará portavoz parlamentario, a quién responsable económico del partido, a quién coordinador general del congreso nacional del partido?¿Hará de Pío García Escudero, valor en alza, el secretario general, buscando algún lugar cómodo, pero relevante, para Angel Acebes? ¿Decidirá de una vez desdeñar los 'consejos', que son exigencias, de quienes pretextan apoyarlo, pero, en realidad, a la hora de la verdad y tras la (relativa) derrota, han buscado descabalgarlo?
Preguntas todas que sobrevuelan por unos ambientes 'populares' bastante alarmados ante el relajo, que puede que sea algo más que eso, que impera en las filas del principal partido de la oposición, diez millones de votos a sus espaldas, setecientos mil militantes, sedes en todas las ciudades importantes de España... Y, claro, única esperanza de tantos que no se resignan a vivir en un régimen de monopartido, con un Zapatero que, tras una campaña muy 'personal', ha resuelto hacer, simplemente, lo que le da la gana, sin más trámites ni dilaciones.
Al menos, a la hora de los primeros nombramientos. Porque no me digan ustedes -y esto también es comentario que he recogido en las filas socialistas- que, por ejemplo, Ramón Jáuregui no merecía un trato más distinguido, con sus años de militancia dura y su saber parlamentario como bagaje, que el hecho de ser destinado a figurar como 'número dos' de José Antonio Alonso en la Cámara Baja. Claro que el señor Jáuregui no parece figurar, vaya usted a saber si por cuestiones generacionales o por qué azares del destino, entre los favoritos del 'círculo íntimo' de ZP. Y, ahora, a la hora del reparto de la tarta, lo que priman son valores como 'Fulano me cae bien' o a 'Mengano le debo unos cuantos favores'.
Desde luego, nadie -yo no, al menos-- quiere impugnar ni cuestionar los merecimientos y derechos de Zapatero para ejercer como él quiera su mandato; al fin y al cabo, fue el PSOE quien diseñó una campaña presidencialista, más centrada en la 'Z' de Zapatero que en las propias siglas del partido de Pablo Iglesias. De manera que ZP, o simplemente Z, se lleva buena parte del mérito de la victoria electoral el pasado 9 de marzo.
Pero una democracia necesita de una oposición fuerte en el Parlamento, en las instituciones donde corresponda, en los medios y hasta, si preciso fuere, en la calle. Me disgustó a veces la manera de hacer oposición del PP en la anterior legislatura, a base del 'no a todo' y de la manifestación innecesaria. Pero peor aún sería que la ciudadanía tuviese la impresión de que esta oposición se halla en desbandada, sometida a las tensiones y ambiciones internas más que a las demandas y protestas de los ciudadanos ante eventuales abusos del gobierno.
Fernando Jáuregui.