MADRID 2 Jun. (OTR/PRESS) -
Anunciar medidas insuficientes contra la crisis (Zapatero), sin reconocer públicamente que la hay, y, creyendo que los micrófonos estaban cerrados, admitir que las cosas están bastante peor de lo que se reconoce. Decir (Solbes) que es "enormemente exagerado" hablar de crisis, aunque España encabece el crecimiento del paro en la Unión Europea y el crecimiento empiece a estar cerca de los números rojos... ¿Es mejor no contribuir al pesimismo ocultando la realidad o pedir un esfuerzo compartido a todos afrontando la realidad? Es cierto que mientras el PP siga en sus guerras internas, el Gobierno puede seguir sin hacer nada, pero, ¿hasta cuándo?
Dejar (el Gobierno) que crezcan los problemas en sectores básicos -agricultura, pesca, transportes- por la subida de los precios de los combustibles y no ser capaces ni de recibir a sus representantes, sentarse a discutir con ellos posibles salidas a una crisis que pueden pagar en breve todos los ciudadanos, incluso con algún posible desabastecimiento o con precios que no podremos pagar.
Debatir (los partidos y las autonomías) cómo aumentar-cambiar la financiación autonómica y olvidar que los ayuntamientos son los más cercanos a los ciudadanos y que la falta de recursos impulsa muchas veces a los gestores municipales a buscar el dinero donde no se debe.
Regalar (Rajoy) seiscientos avales de compromisarios a cualquier candidato que quiera presentar su candidatura a presidente del partido en el próximo congreso de Valencia para que así nadie pueda decir que no han podido plantear batalla. Es cierto que Rajoy correría un riesgo, pero, posiblemente, mayor sería el de sus opositores indecisos: o no conseguirían encontrar un candidato o serían derrotados por goleada. Pero ganaría la democracia.
Abrir (IU y el BNG) un debate sobre la presencia de los crucifijos y la Biblia -que tiene escaso sentido- en las tomas de posesión en lugar de ponerse a hablar de lo que verdaderamente importa. El objetivo, evidentemente, es no hablar de lo que toca. Por ejemplo, Llamazares de la crisis-hundimiento de Izquierda Unida de la que es uno de los grandes responsables.
Francisco Muro de Iscar