Actualizado 18/02/2008 01:00

Francisco Muro de Iscar.- Solbes-Pizarro

MADRID 18 Feb. (OTR/PRESS) -

Es casi seguro que los dos grandes debates Zapatero-Rajoy pueden terminar por decidir los resultados del 9-M. (¿Por cierto, no podrían haberse celebrado uno en el Bernabeu y otro en el Nou Camp?, con hinchas, árbitro, reservas y declaraciones pre y post partido?). Pero me parece que otro debate, el de Solbes y Pizarro, va a ser tan interesante o más. Hay muchos nervios, se utiliza el terrorismo -también por Zapatero- como arma electoral, han resucitado a Felipe y hasta Alfonso Guerra se permite la boutade -otra- de decir que "los obispos tachan a los candidatos de las listas como los ayatolás iraníes". Hombre, aquí el gran ayatolá, el jefe de los ayatolás, es Pepiño Blanco y que yo sepa todavía no es obispo, aunque todo se andará.

Volvamos al bolsillo. Están pasando cosas muy serias que algunos están tratando de diluir. Tal vez no haya crisis, los datos macroeconómicos de 2007 son excelentes y Zapatero no ve razones objetivas para el pesimismo económico. Tal vez tenga razón porque los beneficios de los bancos y de las grandes empresas nunca han sido mayores que durante el Gobierno socialista. Pero la Bolsa se ha pegado un batacazo importante, el 58 por ciento de los españoles sufre en su bolsillo la desaceleración económica y, también en 2007, cerraron un 63 por ciento más de empresas que en 2006 y, por primera vez en once años, la creación de nuevas empresas también cayó. ¿Síntomas, indicios, pruebas de un cambio?

Hay más datos: la desaceleración del consumo, la caída de ventas incluso en las rebajas, el aumento disparado de la inflación, el crecimiento de la morosidad, el de que España cae al puesto 35 de la atracción de inversión directa exterior, que añaden preocupación al panorama económico y ponen el debate Solbes-Pizarro en el primer plano del interés. Bruselas acaba de alertar sobre el riesgo español en tres asuntos fundamentales: pensiones, productividad y educación.

Hablarán de eso y, además, de estadísticas. Las del paro, reformadas recientemente para excluir a los parados sin formación como antes, las de la EPA. Pero también de los cambios en las que miden el IPC, los precios de la vivienda, el PIB y la riqueza nacional, las cifras de población, las de los gastos de los extranjeros, etc. No digo que no haya razones para el cambio, pero sí que han permitido mejorar algunas cifras comparativas. Y eso sin entrar en las estadísticas de las autonomías que no siempre miden lo mismo y se hacen con el mismo rigor y fiabilidad. Atentos al debate, atentos al bolsillo.

Francisco Muro de Iscar

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