Actualizado 24/05/2007 02:00

Isaías Lafuente.- ((Sustituye y anula la anterior por corrección en el título))

Firma Sindicada.- Isaías Lafuente.- Verbo Faestidiar

MADRID, 24 May. (OTR/PRESS) -

Políticos y periodistas nos repartimos el honor de crear neologismos, no siempre con fortuna. José María Aznar parece empeñado en acuñar uno, el verbo faestidiar, que sería algo así como fastidiar desde la FAES, la fundación del PP que él dirige, encargada de nutrir la ideología del partido. El verbo raíz, fastidiar, tiene varias acepciones: enfadar, disgustar o ser molesto a alguien, ocasionar daño moral, causar asco o hastío.

Todas ellas pueden aplicarse a muchas de las irrupciones públicas de este personaje que parece definitivamente desmelenado. Lo que él provoca es un fastidio universal. Afecta a los adversarios aludidos, pero toca también a los miembros y a los votantes de su propio partido, a sus líderes y al propio Rajoy, que cada vez que intenta modular sus mensajes se encuentra con el estruendo desestabilizador de su predecesor, que le roba el protagonismo y los titulares desde la orilla más extrema.

Lo último: Aznar acusa a Zapatero de reproducir "el esquema político" que "nos condujo a lo peor de nuestra historia hace 70 años", es decir, a la Guerra Civil; y afirma que cada voto que no vaya al PP el próximo domingo "servirá para que ETA esté en las instituciones". Son dos afirmaciones graves, más la segunda que la primera. Lo de la guerra podría descontarse por desvarío: lleva tanto tiempo anunciando el Apocalipsis que no llega que su condición de profeta está debilitada. Pero concluir que los votos desafectos al PP están manchados de sangre por conducir a los terroristas a las instituciones es una afirmación de tal bajeza moral y afecta a tantos millones de ciudadanos que no puede pasarse por alto en democracia.

El voto es el cimiento básico de toda democracia, legitima las instituciones y a sus representantes y es el cauce fundamental por el que los ciudadanos participamos en la vida política. Como tal está consagrado en la parte más protegida de la Constitución y reforzado por la triple condición de ser libre, directo y secreto. Los políticos pueden y deben pedir el voto a los electores, pero es ilegítimo que puedan juzgarlo.

Dijo Aznar a sus seguidores que no olviden sus palabras el domingo, cuando vayan a votar. Es verdad que muchos ciudadanos no olvidaremos ni ésta ni otras muchas de sus ofensas. Pero quizás el domingo debamos hacer una excepción, porque los candidatos del PP, la inmensa mayoría dignos representantes públicos, no merecen que se pida el voto en su nombre de manera tan infame.

Isaías Lafuente

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