Actualizado 15/07/2010 14:00

José Cavero.- Un debate particularmente áspero.

MADRID, 15 Jul. (OTR/PRESS) -

El desarrollo de los sucesivos veintiún debates sobre el estado de la Nación han ido creando hábitos y costumbres, como la que se produce al término de la primera intervención del presidente: tras la hora de intervención de Zapatero, han desfilado los portavoces de los restantes grupos parlamentarios del Congreso para exponer lo que les ha parecido ese primer discurso, y para anticipar lo que, a su vez, dirán ellos cuando les corresponda el turno. De manera que antes de las dos de la tarde, los medios informativos teníamos ya un avance bastante amplio y detallado de todo el debate del estado de la Nación número 21, o del quinto debate de los que ha convocado el presidente Zapatero. Y en este primer desfile de voces, bien puede decirse que se han cumplido los pronósticos de que iban a ir "todos a una" contra el jefe del Ejecutivo.

En la mayor parte de los casos, -todos salvo Soraya Sáenz de Santamaría, que hizo de "portavoz" de Rajoy, ya nos anticiparon sus mensajes los mismos que los transmitirán más ampliamente esta tarde o mañana, con luz y taquígrafos. Y todos han preferido ignorar la mayor parte de las propuestas y planteamientos de Zapatero, y proclamar que su discurso ha estado vacío, sin contenidos, como demostración de que el Gobierno y su presidente también han quedado inutilizables para todo servicio, después del paso devastador de la crisis económica de los tres últimos años. De poco han servido los reiterados llamamientos de Zapatero a la unidad y colaboración de todos para salir cuanto antes y en la mejor disposición de la crisis, de nada han servido las propuestas educativas tras el fracaso del Pacto que elaboró con esfuerzo el ministro Gabilondo, o las reformas del sistema energético que debaten Miguel Sebastián y el portavoz económico del PP. Tampoco han merecido atención los anuncios del presidente de que continuará las reformas económicas. A lo sumo, se ha prestado atención a "dos nuevos recortes". Los presupuestos de 2011, y la reforma de pensiones. En lo que más atención se puso es en la reacción presidencial sobre la sentencia del Estatut, y en su propósito de compensar los recortes del TC con reformas y leyes orgánicas, algo que Rosa Díez no ha dudado en calificar de desacato, y que el portavoz de CiU, Durán i Lleida entiende que llegan tarde y son poco creíbles. En realidad, cada uno de los oradores parecía esforzarse en resultar más crítico que el anterior: Para Durán, las medidas anunciadas llegan tarde y carentes de credibilidad, tras el daño causado por el TC. La intervención de Zapatero le pareció floja, idílica, alejada de los problemas reales. Para Erkoreka, PNV, el diagnóstico fue desacertado y en desacuerdo con la realidad, y el programa de actuación resultó una especie de debate de investidura a mitad de legislatura, con un programa distinto al de hace algo más de dos años, donde las reformas se han convertido en contrarreformas.* Joan Ridao, de Ezquerra aprovechó para vender su propia idea independentista: el derecho a decidir de los catalanes. Joan Herrera, de ICV tampoco cree que Zapatero haya comprendido lo que ha sucedido en Cataluña. Llamazares, de IU ve a Zapatero "pasado al campo de la derecha" y con el programa de la derecha. También Junquera, de BNG, que el presidente ha aceptado los principios de la derecha. Rosa Díez, de UPyD describe a su antiguo compañero de partido como el ciego que no quiere ver, entre la ficción y el desacato. Carlos Salvador, de UPN se pregunta cómo saldremos de esta situación porque ve a Zapatero sin saber los desafíos que tiene enfrente. Uxúe Barkos, de Nafarroa Bai se muestra convencida de que a la crisis no se le para en la segunda vuelta. Y sólo José Antonio Alonso, tras escuchar la catarata de críticas, rompía la unanimidad para valorar el discurso del presidente, su líder, de serio y riguroso.

La primera sesión de trabajo se había desarrollado en dos horas: la primera, del presidente, y el resumen "atroz" de todos los demás oradores*

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