Actualizado 30/06/2010 14:00

José Cavero.- Una decisión salomónica.

MADRID 30 Jun. (OTR/PRESS) -

Para la historia de todos los tiempos quedó la expresión de "solución salomónica", o justicia salomónica, la que propuso impartir el gran sabio de la antigüedad bíblica, el Rey Salomón, quien ante las dispuestas de dos madres por la maternidad de un niño, amenazó con partirlo en dos para satisfacer a ambas. Sólo la verdadera madre estuvo dispuesta a ceder la posesión a la otra aspirante con tal de mantener con vida a la criatura, lo que la convirtió en la madre auténtica. En el caso del Estatut, Salomón se llama María Emilia Casas, y contra todos los pronósticos, finalmente, ha logrado un fallo que no complace completamente a nadie, pero que satisface mínimamente a la mayor parte de los muchos pendientes del fallo. Desde luego, satisface al Gobierno, que finalmente ve resuelta una cuestión que se venía prolongando mucho más de lo conveniente. No es que le haya dado toda la razón a quienes, como Zapatero o Rubalcaba, dijeron repetidamente que el Estatut era plena y perfectamente constitucional. No. Ha recortado una porción, que unos estiman en un cinco, seis, cuatro por ciento, y otros valoran como "pedazo fundamental" del texto en discusión. Pero la habilidad de la presidenta Casas ha permitido sacar adelante un asunto que hizo pensar a muchos que sería irresoluble y que terminaría demostrando la incompetencia e impotencia de los magistrados. Dividir la votación en cuatro bloques fue la fórmula feliz y satisfactoria para todos. Parece que también ha quedado perfilado el nombre y las características del siguiente presidente, una vez que Casas ya superó el tiempo de ejercicio de las presidencia. Manuel Aragón parece persona que reúne "el espíritu" del TC a renovar...

Montilla apareció en la tarde-noche del lunes como severísimo juez de un fallo inadmisible, pero también, quiso dar la talla de un hombre de Estado que acata esa sentencia inconveniente e inadecuada para una cierta Cataluña y muchos catalanes, los más próximos al soberanismo. Montilla, una vez más, se convertía en el primer y más reivindicativo de los catalanes, con una formidable habilidad, y declaraba responsable máximo del "descalabro" al PP. A Sáenz de Santamaría en Madrid y a Sánchez Camacho en Barcelona, les correspondía, a su vez, declararse felices y satisfechas porque el recurso del PP había dado sus frutos. La comparecencia de Santamaría dejó ver a Trillo al fondo y como instigador del recurso y de la felicidad del principal partido de la oposición. Pero está por ver que la sentencia no les pase una altísima factura en Cataluña. Es lo más probable. Por el contrario, las restantes fuerzas catalanas, nacionalistas y socialistas particularmente, habrán quedado más o menos como estaban, ante los comicios autonómicos del próximo otoño. Pero la campaña ha quedado abierta, si no lo estaba ya... Y cada cual deberá arrimar "el ascua a su sardina" para beneficiarse en lo posible de la nueva, pero presumible, situación originada por la descalificación de un Estatuto a cuya sombra ya se han elaborado y puesto en vigor unas cuarenta de normas. ¿Quién, cómo y cuándo se procederá ahora a dar marcha atrás a todo ese proceso desenganchado por un Estatuto que estuvo vigente casi cuatro años?

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