MADRID 23 Jul. (OTR/PRESS) -
Varios medios informativos han recordado o recuerdan este jueves que José Luis Rodríguez Zapatero cumple diez años, toda una década, al frente del Partido Socialista, como secretario general. El aniversario de esta llegada al mando del PSOE de "un líder inesperado", y elegido contra todo pronóstico, como la evoca un diario, le llega en un momento no particularmente feliz ni "para tirar cohetes", como hace unos días dijo el propio Zapatero refiriéndose a su adversario Rajoy. El propio Zapatero admitía que tampoco eran sus días más felices. No pocos de sus propios correligionarios, y hasta de sus contrarios, admiten que está teniéndoselas que ver con malos tiempos y con coyunturas muy adversas, sobre todo en los dos años y medio últimos, a partir de la aparición en escena de un "personaje" llamado crisis económica.
Hasta entonces, en la primera legislatura, Zapatero lo había tenido casi todo a favor. Unos niveles de crecimiento admirables, la mayor creación en la tasa de españoles con empleo, aspirando al pleno empleo, compitiendo con las rentas de Italia y hasta de Francia para superarlas en el ránking mundial, con asiento en foros como el G-20. Precisamente, Zapatero llegaba al liderazgo del PSOE cuando este partido estaba en situación poco feliz, y tras una etapa complicada, de la que se preocupó en salir cuanto antes. Lo cierto es que en este largo tiempo de líder, ha disfrutado de una envidiable paz interior en el seno del partido y ha contado con un apoyo generalizado y amplio, con muy escasas excepciones, pese a haber procedido a una cierta renovación de no pocos de sus cuadros directivos. Alguno de sus correligionarios sigue sin olvidar esa remoción de la que fue objeto, como por ejemplo, Joaquín Leguina, que se ha significado por su actuación de crítico interno. Pero son pocos los casos parecidos, desde aquella elección del 22 de julio de 2000, cuando proclama su lealtad a las raíces y al pasado del PSOE y defiende un partido ágil, dinámico y moderno.
La mayor parte de quienes quedaron integrados en la nueva dirección coinciden en que Zapatero ha cambiado poco, en este tiempo, aunque es evidente que ha preferido apoyarse más en unos que en otros colaboradores. Es el caso de José Blanco, convertido en pieza clave de estos tiempos, primero como portavoz del partido y ahora en la cartera de Fomento. Las vicepresidentas De la Vega y Salgado vienen siendo otros apoyos de peso indudable, en un presidente poco dispuesto a modificar a sus ministros. También se ha rememorado que Zapatero aterrizó suavemente en el escenario de la política nacional, haciendo gala de su slogan "Talante, talante, talante" y apostando por el cambio tranquilo y una oposición constructiva. Todo se tradujo, al principio, en un fluido diálogo con el Gobierno de José María Aznar que permitió firmar dos acuerdos significativos: el pacto por las libertades y contra el terrorismo y el pacto por la Justicia. Pero no faltaron enfrentamientos con el PP. El hundimiento del petrolero "Prestige" fue la más clara batalla, tras el accidente registrado el 13 de noviembre de 2002 en la costa gallega.
Las elecciones de 2004 estuvieron marcadas por los atentados del 11-M y por la amarga batalla posterior entre PP y PSOE a cuenta de la autoría de los mismos. Así, y pese a que días antes de los comicios el Centro de Investigaciones Sociológicas vaticinaba una mayoría absoluta del PP, los socialistas vencieron con cinco puntos de ventaja. En su programa, Zapatero llevaba la retirada de las tropas españolas en Irak y esa fue su primera medida nada más acceder al Gobierno. Probablemente poco queda del PSOE que heredaron, porque Zapatero y Blanco han ido moviendo piezas hasta conseguir un partido a su medida, en una tarea no exenta de dificultades, en las que tuvieron que dinamizar la vida orgánica del socialismo español. Una década después, se han "jubilado" los tradicionales "barones" de la época de Felipe González, e incluso muchos de los dirigentes de "Nueva Vía" tienen ahora papeles muy secundarios, como Jesús Caldera o Juan Fernando López Aguilar.
Su primera legislatura, en un contexto de bonanza económica, estuvo caracterizada por la política social, con la aprobación de leyes como la del matrimonio homosexual, igualdad, contra la violencia de género o dependencia. El terrorismo también marcó esos primeros cuatro años y, en marzo de 2006, ETA anunció un alto el fuego permanente que alumbró un proceso de paz. Pero, tras el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas, el Gobierno dio por "roto, liquidado y acabado" en enero de 2007. También dio un impulso reformista a los estatutos de autonomía, que tuvo en el catalán su principal exponente. Y finalmente, los socialistas alcanzaban otro de sus sueños: gobernar en el País Vasco.
Una década después de aquel caluroso día de julio de 2000, en algunos sectores del PSOE se ha comenzado a hablar tímidamente de recambio. Pero no ha llegado a plantearse la cuestión en la dirección del partido, y es improbable que se plantee, salvo que lo pidiera el propio Zapatero. En los últimos tiempos se ha lanzado la sospecha de que pudiera tener presiones familiares para dejar sus actuales responsabilidades políticas en el partido y el Gobierno. Pero más parece que desea superar la crisis económica y volver a la senda de la prosperidad antes de anunciar y decidir su abandono. Pueden faltar unos cuantos años para ello...