MADRID 18 Oct. (OTR/PRESS) -
Todo estaba escrito de antemano: que Ibarretxe expondría a Zapatero sus planes soberanistas o independentistas, y que zapatero le diría que eso no tiene cabida ni posibilidad alguna en la estructura y la normativa vigente en España. Y punto. La frase de zapatero es perfectamente terminante, definitiva: "Está claro como el agua. Lo que no se puede hacer, no se va a hacer, y no se hará". Una frase que se parece bastante al dicho popular, atribuido a un famoso torero, de que "lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible".
Pero el iluminado, obstinado y terco Ibarretxe no parece querer entender una respuesta tan definitiva y no ceja: Todas las negociaciones comienzan de manera titubeante, y éste es el primer paso. Y que en ningún caso y de ninguna manera da por zanjado el asunto.
O sea, que el encuentro de la Moncloa fue un auténtico encontronazo, en el que el personaje visitado recibía con toda educación y cordialidad al visitante, pero una vez más se veía en la necesidad de indicarle que no hay fórmula, ni vía, ni procedimiento alguno, ni actual ni en el futuro, que permita hacer lo que el lehendakari se propone: una consulta popular, incluso no vinculante, sin capacidad para influir en las decisiones políticas... Por activa y por pasiva, Zapatero aseguró a Ibarretxe que su nuevo plan -El Plan Ibarretxe número dos, traído a la Moncloa este martes- ni será aceptado ni resultará aprobado. Pese a lo cual, Ibarretxe ha regresado a Euskadi convencido de que seguirá adelante y terminará por imponerse...
¿Qué se propone Ibarretxe? En medios políticos no se descarta que Ibarretxe esté tratando de ganarse una nueva candidatura al cargo por parte del PNV, para permitirle que prosiga con su batalla y darle una nueva oportunidad. Puede sucederle lo contrario a sus deseos: que su adelanto de elecciones le cueste una rebaja sustancial de apoyo de ciudadanos, conscientes de que su lehendakari nova a parte alguna y los conduce a no se sabe dónde...
En los últimos tiempos se ha podido observar que ni siquiera en el seno del PNV llega a tener el apoyo que en su día tuvo el Plan Ibarretxe. Nunca segundas partes fueron buenas. Sobre todo, cuando las primeras partes padecieron el rechazo rotundo del Congreso de los diputados. El Ibarretxe número dos lleva idéntico camino, a pesar de la terquedad de su promotor.
Una cosa parece previsible: Zapatero prefiere no volver a ver al lehendakari en su despacho. Se lo han dicho todo, y del modo más educado y cordial. En adelante, es probable que cambie el tono en esta complicada relación.
José Cavero.