Actualizado 31/10/2010 13:00

José Cavero.- Presiona el PP

MADRID 31 Oct. (OTR/PRESS) -

En su estrategia determinada por su obsesión por recuperar el poder en la Moncloa, el equipo de dirección del PP no ahorra esfuerzos por presionar al Partido Socialista para "sacar tajada", o cuando menos, "desestabilizar" al contrario. El pleno de control del pasado miércoles dejó bien a las claras esa estrategia de desgaste del adversario político. Por fortuna, la resistencia y capacidad de aguante de Pérez Rubalcaba, convertido en "el hombre-fuerte a tumbar", está bien demostrada y acreditada, y nos permite esperar muy amenas sesiones parlamentarias. Pero ya se han venido repitiendo mucho los argumentos "ad hominem" como para sospechar que terminarán fatigando "al personal": Casos Gal, Faisán, Sitel, y hasta una presunta o más bien imaginaria implicación en la Operación Malaya, todo sale a relucir para deteriorar la imagen de este político incombustible.

En este instante, se añade otro asunto a los mencionados. Al vicepresidente, portavoz y ministro del Interior le debieran corresponder, en muy buena medida, cualesquiera operaciones o maniobras tendentes a la fase final de la banda ETA i de los radicales batasunos ligados a la banda. Rubalcaba se cansa de dar explicaciones sobre lo que sucede, lo que debiera suceder o lo que sucederá en el supuesto de que sus planteamientos transcurran como es deseable: ETA debe anunciar que terminó su experiencia criminal de casi medio siglo, y Batasuna y sus restantes abertzales deben desvincularse de la banda anunciando esa ruptura y lo que será característico de tal ruptura, que condenan cualquier empleo de la violencia en la vida política o para conseguir propósitos políticos. Pues bien, toda esta serie de mensajes, que Rubalcaba viene repitiendo desde hace semanas, no bastan para aplacar a sus acérrimos enemigos, que le reclaman, una y otra vez, que dé garantías y certifique que no hay contactos o la mejor aproximación a los etarras y sus aliados abertzales.

Y si no fuera bastante, comparten esas presiones con los otros dos nombres sobre los que pudieran ser más eficaces: Zapatero, de un lado, y el lendakari Patxi López de otro. Antonio Basagoiti, líder del P vasco, es el encargado de reiterar esas presiones sobre quien fue su socio a la hora de pactar un gran acuerdo para cambiar el estado de cosas en Euskadi, con el final de los gobiernos peneuvistas. Pero no parecen bastar las seguridades que Patxi López, Rubalcaba y el propio Zapatero reiteran: no hay y ha habido comunicación o contacto alguno con los abertzales o con elementos próximos a ETA... El PP prosigue sus presiones e incluso sus amenazas de manera machacona y constante. Hasta el punto de que ha forzado una reunión de Basagoiti con Patxi López en la que este último le volverá a dar toda suerte de garantías de que el acto PP-PSE sigue intacto y que nada puede siquiera amenazarle... Posiblemente ante el temor de que ese final de la banda ETA pudiera significar un apoyo decisivo al PSOE en un clima previo a las elecciones que se avecinan.

Por si algo o alguien faltaba, en este clima de presiones, ha reaparecido Alcaraz con la amenaza de una nueva manifestación ciudadana contra cualquier posible aproximación o contacto del Gobierno con la banda o sus próximos de Batasuna. Estamos regresando a situaciones y climas políticos ya conocidos...

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