Actualizado 15/06/2010 14:00

José Cavero.- Reforma laboral contra reloj.

MADRID, 15 Jun. (OTR/PRESS) -

Después de una espera de casi tres años, que "dilapidaron" los agentes sociales, sindicatos y patronal para terminar en un lamentable fracaso en la mesa de diálogo ahora hay prisa, extraordinaria prisa, por disponer, de aquí al miércoles, del texto de reforma del mercado laboral que pueda ser enviado al Boletín Oficial del Estado y pueda ponerse en vigor con la mayor prisa. ¿Será posible? De momento, los nacionalistas de CiU y PNV han reclamado más tiempo para proceder a las modificaciones que, en su opinión, merece el texto elaborado por el Gobierno y que a José Antoni Durán le ha parecido "un churro". Pero José Blanco, que vuelve a ejercer de maestro de ceremonias, ha rechazado una eventual prórroga de ese tiempo para disponer de esa ley tan largamente esperada. Blanco se muestra dispuesto a hablar, dialogar y a acordar, sin pérdida de tiempo, sobre una premisa: dispuestos a favorecer la creación de empleo, pero no dialogaremos sobre los derechos básicos de los trabajadores, ha dicho.

Blanco reclama a quien tenga ideas que añadir o corregir que las ponga encima de la mesa y lo haga cuanto antes. Blanco insiste en que el plazo -dos días hábiles- hasta el miércoles es improrrogable e insiste en que el decreto se aprobará con independencia de las negociaciones con los grupos parlamentarios. Sobre todo, quiere conocer las propuestas, en particular las del PP y de CiU. Sobre todo, las propuestas que el principal partido de la oposición tiene en materia de reforma laboral, por lo que le reclama que "ponga sus cartas encima de la mesa".

En realidad, y después de las primeras horas de haberse remitido a los grupos políticos el borrador del Gobierno -41 folios-, la cosecha de opiniones es bastante mala: al churro de Durán le acompaña la opinión de Urkullu, que entiende que las medidas del Gobierno son injustas y han sido una imposición y, por supuesto, las opiniones abiertamente contrarias de Llamazares y Cayo Lara, que consideran que la reforma supondrá un recorte de los derechos de los trabajadores. La opinión más neutra, hasta el momento, es la de la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, en los últimos tiempos patrocinadora de un PP que está rebautizando como "el partido de los trabajadores". Cospedal ha anunciado, sobre el silencio de Rajoy, que el PP apoyará todas las reformas que sean buenas para los trabajadores... Es previsible que el PP haga pública alguna opinión más explícita sobre el texto gubernamental.

Lo más probable es que los partidos remitan por correo sus propias ideas y la reelaboración del texto del Gobierno. A partir de ahí, es posible que el Gobierno reelabore el texto e introduzca algunas modificaciones que pudieran resultar de interés. En algunos casos, no se descarta que se produzcan negociaciones "en persona", pese a la urgencia de disponer de un texto con el que Rodríguez Zapatero pueda acudir a Bruselas a obtener el visto bueno y la aprobación de las instancias comunitarias.

Con toda urgencia, casi contra la mayoría, el Gobierno aspira a disponer de un texto que supere las reticencias de los poderosísimos "mercados", que dirán la última palabra...

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