Actualizado 05/10/2010 14:00

José Cavero.- Tomás Gómez se impuso a Trinidad Jiménez.

MADRID 5 Oct. (OTR/PRESS) -

Lo que muchos habían predicho se cumplía en la noche del domingo, a medida que se realizaba el escrutinio de los votos de la militancia de base del Partido Socialista de Madrid. Finalmente, Tomás Gómez aceptaba su propia victoria frente a una Trinidad Jiménez llorosa, que a su vez, felicitaba al vencedor en las primarias madrileñas. En apariencia, todo se ha producido según los manuales: dos candidatos, de los que uno de ellos se impone al otro. Todo un ejemplo de democracia interna. Otra cosa es lo que late en el fondo de esta pelea interna en el Partido Socialista de Madrid: la sublevación del funcionario gris y desconocido contra los designios del secretario general del partido, y presidente del gobierno, y además "líder carismático", que se ha empeñado en situar en el puesto que ese funcionario ha tratado de ganarse durante tres años.

Tomás Gómez conseguía el 52 por 100 de los votos emitidos, y elogiaba la calidad de su contrincante interna, en unas elecciones en las que participaba el 80 por 100 del censo, y con ello, servía en bandeja argumentos y razones a los contrarios al presidente. De hecho, son varios los análisis que este lunes hablan de "comienzo del poszapaterismo", o lo que es lo mismo, la victoria de Tomás Gómez, y los gritos de "presidente, presidente" que la acompañó, ponía también de manifiesto un clima evidente de hostilidad a un presidente cuya imagen pública hace aguas de manera escandalosa. A la hora en la que los militantes socialistas madrileños acudían a votar, el diario El País reflejaba los datos de una encuesta, según la cual, nada menos que la diferencia entre el PP y le PSOE llega a ser ya de 14,5 puntos superior. Efectivamente, la crisis económica y la manera de afrontarla está costando una elevadísima factura al presidente Zapatero, también entre los suyos. Particularmente, en vísperas de que se conociera el dato del paro registrado en el mes de septiembre, que nos sitúa nuevamente en un número de parados superior a los cuatro millones.

Había notable expectación, seguidamente, sobre lo que diría Tomás Gómez apenas confirmado en su posición victoriosa. Muchos elogios a Trinidad y ni una sola mención a Zapatero. Ni a quienes acompañaron a Zapatero, José Blanco y Alfredo Pérez Rubalcaba, en el propósito de descabalgar al propio Gómez de la candidatura. Lamentablemente, no se podrá comprobar el final de lo que pudiera ser un experimento político: ¿Tomás Gómez o Trinidad Jiménez podrán imponerse a Esperanza Aguirre? ¿Quién de los dos tendría mayores posibilidades de triunfo y de éxito frente a la veterana "lideresa" del PP? En todo caso, es evidente que el partido y sus ramificaciones de poder logró imponerse a la voluntad del "aparato" nacional del partido, suponiendo que este segundo aparato lo controle y ejerza Zapatero. Las bases se rebelaron contra la imposición del "líder supremo" e hicieron valer sus propios derechos: los de un líder modesto y de tercera, pero constante, persistente, entregado a la causa.

Por lo demás, nadie dudará que la campaña de las primarias ha ayudado de manera importante al conocimiento popular de Tomás Gómez. Ninguna otra campaña pudo haberle ayudado tanto en dar a conocer su nombre y capacidades de líder infatigable...

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