Actualizado 04/06/2014 12:00

Escaño Cero.- "El futuro llama a la puerta"

MADRID 4 Jun. (OTR/PRESS) -

Hay momentos en que discrepar se convierte casi en un acto heroico. Y en estos días expresar la más mínima duda sobre la conveniencia de la abdicación del Rey supone quedar señalado como políticamente incorrecto.

Verán, es evidente que estamos ante un fin de ciclo en el que como decía Gramsci lo viejo no termina de morir ni lo nuevo de nacer, de manera que lo único que tenemos claro es que vivimos tiempo de incertidumbre.

La sociedad española está demandando cambios y en este aspecto la abdicación de don Juan Carlos puede leerse como una respuesta de la Corona a esa demanda de que las instituciones se renueven para dar paso a un tiempo nuevo.

En las encuestas se viene reflejando el creciente desafecto de los ciudadanos hacia las instituciones y la clase política pero también hacia los miembros de la Casa Real todo debido al sufrimiento que ha originado la crisis económica, aderezada por los recortes y un extenuante plan de austeridad, unido a los casos de corrupción en algunos partidos, que también han salpicado a la familia del Rey con el caso Urdangarin, y al propio don Juan Carlos por su cacería en Botswana y el caso Corina. Y todo ese descontento se ha podido palpar en las recientes elecciones europeas donde los dos grandes partidos que han vertebrado la política española en las últimas décadas han recibido un duro castigo en las urnas.

Así las cosas es evidente esa demanda de cambio otra cuestión es como se lleva adelante. En el caso de la Casa Real el Rey ha decidido que ha llegado la hora de su relevo y a la vista está que son mayoría quienes alaban su decisión mientras que otros pensamos que efectivamente el relevo es necesario pero que quizá no ha elegido el mejor momento. En el haber de Don Juan Carlos pesan más sus aciertos que sus errores y cuenta con el respeto incluso de quienes no son monarquícos. Por eso la figura del Rey, de este Rey, ofrecía cierta tranquilidad ante algunos de los desafíos que España tiene planteados como es el órdago de los independentistas catalanes.

Es decir que estando de acuerdo con la cuestión de fondo, la necesidad del relevo, la discrepancia, en este caso, está en el cuando. Además la abdicación del Rey viene añadir un elemento de tensión a la tensión ya existente. La sociedad propugna un cambio y hay una parte de los ciudadanos que quieren que ese cambio pase no solo por una reforma de la Constitución sino por un referéndum en que se vote la forma del estado es decir Monarquía o República. De manera que un melón que estaba medio entreabierto ahora se ha abierto del todo. Y se equivocan esos "pelotas" de turno. En un debate televisivo escuchaba a un pretendido experto en comunicación con ademán soberbio sentenciando que no hay nada nuevo en las manifestaciones de quienes empiezan a salir a la calle pidiendo un referéndum sobre la Monarquía. Que Dios le conserve la vista porque lo que es la capacidad de análisis la tiene ya irremediablemente perdida.

Otro "mantra" que repiten los "pelotas" oficiales es que quienes se reclaman republicanos son las gentes de la extrema izquierda que es una manera de intentar estigmatizar y desprestigiar a quien se atreva a defender esa forma de Estado.

Esa simplificación es tan estúpida como interesada. Hay republicanos de derechas y de izquierdas y resulta insólito tener que decir lo que es obvio. Como es igualmente obvio que la cuestión fundamental no es si la forma de Estado es una Monarquía parlamentaria o una República, se trata de que las instituciones estén al servicio de los ciudadanos y tan eficaz puede ser una como otra, depende de las circunstancias y del momento histórico. En cualquier caso lo que no es admisible es dividir la sociedad en "buenos" o "malos" dependiendo de si uno es monárquico o apoya la monarquía o es republicano.

En cualquier caso, guste o no, el debate está servido.

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