MADRID 28 Abr. (OTR/PRESS) -
Lo dice la EPA: 4.612.700 ciudadanos parados. La cifra estremece porque detrás de cada número hay una persona. Y es que el paro ha ido aumentando mientras nuestros políticos andan enzarzados en debates periféricos a la realidad. Ha sucedido lo que el Gobierno creía imposible: nuestro país ha sobrepasado el veinte por ciento de paro según la Encuesta de Población Activa.
Cabría exigir a los responsables políticos que en vez de dedicarse a otros menesteres se centraran en lo que realmente preocupa y angustia a millones de españoles. Resulta cansino repetir que hay familias cuyos miembros están todos en el paro, y que los jóvenes y los mayores de cuarenta y cinco años son las principales víctimas del desempleo.
Ya no bastan sonrisas y declaraciones rimbombantes anunciando la pronta aparición de brotes verdes en nuestra economía. Es necesario "algo más", un plan, una hoja de ruta clara para afrontar y salir de la crisis. Pero para eso sería necesario el concurso de todos. Convergencia i Unió propuso un gran pacto, Zapatero designó a la vicepresidenta Salgado y a los ministros José Blanco y Miguel Sebastián para que se pusieran a negociar. Al final, el resultado ha sido irrelevante. La intransigencia de unos y de otros pensando en sus intereses partidistas han hecho imposible un gran acuerdo global que hubiera supuesto un revulsivo para nuestra maltrecha economía y, sobre todo, habría creado un clima más optimista.
De manera que cada día que pasa en vez de estar un poquito mejor parece que retrocederemos un poco más. Me remito a las cifras del paro. Y la respuesta no puede ser sólo aumentar la presión fiscal o reiterar que no se van a dejar de hacer políticas sociales. Los ciudadanos esperan una política eficaz contra el desempleo, y la necesitan ya, porque a la vista está que hasta ahora los ensayos del Gobierno no han dado resultados.
Sería deseable que nuestros ilustres políticos hagan el favor de sentarse a resolver los problemas reales de los ciudadanos en vez de dedicarse a echar balones fuera y enzarzarse en asuntos que nada tienen que ver con la realidad ciudadana. Porque la pregunta que todos nos seguimos haciendo es ¿y ahora qué? Y los responsables políticos tienen la obligación de dar una respuesta y además que esa respuesta sea eficaz.