Actualizado 18/06/2010 14:00

Julia Navarro.- Escaño Cero.- Entre la política y la Roja.

MADRID, 18 Jun. (OTR/PRESS) -

En este país somos así, un día salimos a la calle gritando vítores a alguien y al día siguiente gritamos que les corten la cabeza con el mismo entusiasmo. Digo esto porque llevo todo el día escuchando críticas contra la Selección, contra la Roja. Los comentarios suelen comenzar de esta manera: "No debemos de criticarles, ahora más que nunca necesitan el poyo de todos nosotros, pero lo cierto es que...", y ya se imaginan lo que viene a continuación.

En política, y en otros ordenes de la vida, pasa lo mismo. Que se lo pregunten a Zapatero, o a Aznar, a Felipe... Todos ellos alabados casi sin decoro y un buen día denostados como si fueran el demonio. Y no, no eran peores el día que se fueron que el día que llegaron, sólo que aquel mundo ideal con que nos hicieron soñar se dio de bruces contra la realidad y ellos mismos nos terminaron resultando casi insoportables a fuerza de conocerles.

Confieso que yo estoy entre los españoles que tiene vocación de seleccionadora nacional. Vamos, que me encantaría estar en la piel de Del Bosque, y, por tanto, yo también tengo mi opinión de cuál debería de haber sido la alineación ideal. Pero dicho eso, lo cierto es que el pinchazo de la Selección nos ha dejado aún más con el ánimo por los suelos debido a que era nuestra única esperanza para olvidarnos por un momento de la difícil situación por la que está atravesando nuestro país. Por eso nos duele más su derrota, porque no nos ha permitido, siquiera por unas horas, sacar la cabeza, reír con ganas, creer en el futuro, sentir que somos capaces de arrasar.

Lo peor que le puede pasar a un país es no creer en sí mismo, es dejarse llevar por la depresión y me temo que eso es exactamente lo que está pasando. Lo dijo Felipe González hace unos días en aquel encuentro de socialistas y le replicó Zapatero diciendo que de depresión nada. Pero González siempre ha tenido instinto político, capacidad para otear la realidad de la calle. Pero aunque no la tuviera la depresión es tan general, tan evidente, que sólo alguien que se quiere engañar a sí mismo puede negarla, y ese es el caso de nuestro presidente.

Zapatero es de los que creen que si niegan la realidad ésta no se presenta en forma de pesadilla. Cree que la manera de animar es negar lo que los demás ven. Pero esta vez el truco de magia no le sale, y de la chistera no sale ninguna paloma blanca. En realidad, hemos perdido la fe en la capacidad de nuestro Gobierno para afrontar la crisis y tenemos la sensación de ir en un coche sin frenos y lo peor, sin dirección.

Pero es injusto que lo paguemos con la Roja, que traslademos a la Selección nuestra frustración, que tengan que asumir la responsabilidad de ganar sea como sea para darnos una alegría, ya que la realidad nos la niega todas.

Yo creo que la Selección juega bien, pero amarrada, que le faltó capacidad ofensiva, pero no es nada que no se pueda arreglar el próximo partido. Es un problema de actitud, de estado de ánimo, porque en el caso de la Selección la realidad es que cuenta con buena parte de los mejores futbolistas del mundo. No es el mismo caso del Gobierno, que evidentemente no cuenta con los mejores ministros del mundo, y que no nos vendría mal que el presidente cambiara a algunos ministros por otros más solventes. No digo que todo el Gobierno sea un desastre porque no es verdad, ahí están políticos de la valía del ministro Rubalcaba, la ministra Chacón, la ministra Jiménez, el ministro Blanco, la vicepresidenta Fernández de la Vega, pero poco más.

Pero a pesar de todo, este Gobierno no parece capaz de sacarnos de la depresión reinante, y lo peor que puede pasar es que los ciudadanos les perciban como un problema y no como parte de la solución. Saben, necesitamos desesperadamente que la Roja meta unos cuantos goles, cuanto antes mejor.