Lorenzo Bernaldo de Quirós.- ¡Qué vienen los rusos!

MADRID 24 Nov. (OTR/PRESS) -

La adquisición del 30 por 100 de Repsol por Lukoil constituye un hecho gravísimo que trasciende cualquier implicación de carácter económico-empresarial. Nadie con un conocimiento mínimo de la realidad rusa es capaz de afirmar que cualquier empresa energética de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas funciona de manera independiente y no responde a los dictados políticos y estratégicos del Krelim. Rusia no es una democracia ni tiene una economía de mercado. Basta contemplar el consejo de administración de Lukoil y sus altos ejecutivos para ver una representación meridiana de antiguos miembros del KGB, esto es, de los compañeros de armas de Putin. Entren en google, busquen el directorio ruso de Lukoil y saquen perfiles biográficos. Lo verán con una precisión matemática.

Aunque se intenten controlar con pactos societarios etc. el peso político de Lukoil en Repsol será muy difícil que quien controla el 30 por 100 de su capital social no termine mandando. La idea de que es posible meter al oso ruso en una jaula es de una ingenuidad abrumadora y supone no entender la lógica de poder de la Administración Putin que siempre ha declarado que la energía era uno de los vectores estratégicos de su política exterior. Pensar que los buenos chicos de La Caixa con sus aliados son capaces de menter en cintura a los aguerridos burócratas de la antigua URSS es sencillamente una broma.

La operación responde a dos variables básicas. Por un lado, los amigos bancarios y empresariales del gobierno la necesitaban en un caso para recuperar sus créditos y en otro para evitar la quiebra. Curiosamente sólo los rusos estaban dispuestos a pagar un precio cercano al que compró Sacyr, esto es, el resto de los operadores o cualquier inversor no político, no podían adquirir ese paquete porque no era el que marcaba el mercado. Por otro lado, el gobierno ha buscado forjar una relación especial con Rusia. Por eso, por ejemplo, fue muy activo en ayudar a que la UE no aplicase sanciones a ese país cuando invadió Georgia y ha mantenido una línea caliente de contactos con Moscú. De ahí la coincidencia de los intereses económicos y los políticos que han hecho posible la transacción.

Ha entrado Lukoil porque lo de Gazprom era ya impresentable. Era el Estado ruso sin tapujos. Lukoil lo es también pero, al menos, tiene la falsa coartada de aparecer como una compañía "privada" con accionistas occidentales en su capital . En cualquier caso, la operación mete a los rusos o los meterá en América Latina, lo que no consiguieron en los años de la Guerra Fría y esto se produce en un momento de tensiones crecientes en las relaciones de Europa y los EE.UU. con la patria de los zares. ¡Qué horror!.