MADRID 23 Abr. (OTR/PRESS) -
Aunque el personaje es hábil e inteligente, parece que la estrella de Esperanza Aguirre ha tocado techo y que a partir de aquí le va a ser más difícil jugar de esa manera con su partido y con los medios informativos. Su entrevista de hace unas horas en TVE la ha situado al borde del hartazgo de la clase política, de los medios y del público en general, tras el reiterativo juego del me presento, no me presento, no sé si me presento, a lo mejor sí, a lo mejor no, voy a votar a Rajoy, pero no es una decisión inamovible.
Y del lado de Rajoy, que se vaya Esperanza, que yo no quise decir eso, que a mí no me ha propuesto ningún periódico ni cadena, o sea que a ella sí, etc. Esperanza no ha dicho definitivamente si va a presentarse o no como candidata a la presidencia de su partido. Y no digamos de los cercanos a una y a otro, que ya sólo les falta apuñalarse literalmente. Es claro que en el Partido Popular hay un grave déficit de democracia interna, que tendría que ser el primer problema a resolver, antes de meterse en un proceso congresual que no se sabe a dónde puede conducirlo.
Este partido ha orientado muy mal su modo de afrontar la crisis en la que se sumerge tras la derrota electoral del 9-M. Seguramente el mejor camino habría sido imitar lo que sucedió en el PSOE tras su derrota de 2000: dimisión de la cúpula, comisión gestora, congreso extraordinario y libre paso a la presentación de candidatos, de donde surgió José Luis Rodríguez Zapatero como llovido del cielo, a partir de lo cual ha conocido básicamente un recorrido de alegrías, a pesar de todos los problemas y obstáculos del camino. Lo peor que le podría ocurrir al PP es que el congreso de junio sólo le sirviera para cerrar en falso su actual crisis. Y eso es lo que le puede suceder si no hay manera de rectificar el rumbo y plantear el congreso como un ámbito democrático y abierto a todo el que quiera presentarse. Si los juegos de Aguirre no conducen a la solución, tampoco el cesarismo de Rajoy y los suyos puede llevar a una meta satisfactoria. Se lo digo con todo el cariño.
Pedro Calvo Hernando