MADRID 13 Oct. (OTR/PRESS) -
Alta política internacional el 12 de octubre Madrid. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, molesto con España por un catálogo de motivos que es más extenso que el de IKEA, decidió retirar la bandera a última hora para que el hueco se hiciera más visible en el desfile. Pero no es "su" bandera si no la de los venezolanos y, además este año simboliza el bicentenario de la independencia. Hace tiempo que Chávez cree que la diplomacia funciona como las juntas de vecinos: si te enfadas con la del ático votas en contra de renovar el ascensor y que se jorobe y suba andando. En lugar de reflexionar con su conciencia en soledad lo que hace es airear sus problemas de comportamiento en "Aló Presidente" para que sirvan de catarsis colectiva. Ese programa debería estar patrocinado por algún antidepresivo porque los efectos que consigue con una capa de maquillaje y una cámara no los alcanza el Prozac. Ya lo dice el viejo refrán castellano: "de poeta, médico y loco, todos tenemos un poco". Añadamos, ahora, el concepto de presentador de televisión. Puestos a sacar un catálogo de inconveniencias tendríamos algunos reproches que hacer al presidente venezolano, el primero sí tuvo constancia de que miembros de ETA hicieran "prácticas de verano" en su país. Pero ni era el día, ni el momento, ni la ocasión más adecuada puesto que se trataba de participar en un desfile junto a otras banderas americanas a las que ha hecho un desaire por extensión. Allá el presidente con sus enfados de niño, hoy me quejo, mañana no asisto y así hasta convertirse en el alumno más aventajado de la escuela de populismo latinoamericano. La versión oficial es que al abanderado le dio una indisposición. No cuela. No parece creíble que al portaestandarte le diera una cagalera de mástil que le impidiera marcar el paso con soltura, (sin llegar a estar "suelto" del todo); más bien parece otra maniobra del embajador bolivariano en Madrid que sugiere que a los etarras se les saquen declaraciones bajo torturas.
Chávez es un experto en lo que los técnicos de Internet llaman "marketing viral", alguien que se convierte en noticia por ni siquiera ser protagonista, es realmente meritorio porque no le hace falta venir a Madrid para que se hable de él justo el día de la Hispanidad. Hasta el carnero de la Legión, ("Manolo" se llamaba el de este año), supo guardar mejor las normas de protocolo y desfilar con la marcialidad que requiere el ato. Este sujeto, (ausente-presente), es un cansino de presente histórico.