MADRID 8 Feb. (OTR/PRESS) -
Los seres humanos no somos tan únicos e irrepetibles como creemos: Paco Marsó es clavado a Godoy, y Amador Mohedano, el hermano de la extinta Rocío, a Francisco de Goya. Nadie se ha parecido tanto a Godoy, ni aun el propio Godoy en según qué días de su azarosa existencia, como Paco Marsó, el ahuyentado marido de Conchita Velasco, si bien Amador Mohedano debe conformarse con ser el Goya de mediana edad más acabado, pues el privilegio de haber sido el Goya viejo más Goya viejo le corresponde a Paco Rabal. Sea como fuere, se trata de parecidos razonables que, por su adscripción a lo clónico, turban la razón, pero hay otros parecidos menos razonables, pero pertenecientes también al género de lo aparentemente clonado, que por ser menos razonable, turban la razón doblemente. Por ejemplo, el que existe entre el actual PP y la vieja CEDA, e incluso entre el PP y Renovación Española.
El que esto escribe le había encontrado al actual PP parecido con muchas cosas, bien que ninguna de ellas relacionada con una derecha tranquila, europea y civilizada, pero en los últimos tiempos varias personas mayores, de esas que no han perdido la curiosidad por las cosas de la vida y que le abordan a uno por calle al reconocer a un periodista, varias personas mayores, digo, han coincidido en señalarme, atribuladísimas, el enorme parecido entre la conducta del PP de Rajoy/Acebes/Zaplana y la de aquella CEDA que, sobre no asumir su derrota electoral de febrero del 36 ante la amplia coalición de centro-izquierda del Frente Popular, porfió con todas sus fuerzas y todos sus medios para hacer irrespirable la vida del país e insufrible el juego político. Se trata, ya digo, de personas mayores, de octogenarios que padecieron aquello y las funestas consecuencias que tuvo, de modo que creo un deber hacia ellas, que tanto han penado y sufrido por el sólo hecho de ser españoles, tranquilizarlas y despejar sus aprensiones y sus miedos. Muchas veces logro que al despedirnos queden algo aliviadas, pero la turbación ante ese parecido tan razonable como irracional que me han señalado se queda, ay, conmigo.
Rafael Torres.