MADRID 17 Abr. (OTR/PRESS) -
¡Preparados, listos, ya!...solemne inauguración en la Carrera de San Jerónimo. Los Reyes entran por la escalinata principal, flanqueada por los leones, y se dirigen a diputados y senadores desde la presidencia de la Cámara.
Ya hay nuevo Gobierno que, por primera vez ocupa sus escaños en la bancada azul, se acaban los actos protocolarios y solo falta ponerse a trabajar que hay muchos temas pendientes. En los pasillos del Congreso cotilleos y un deseo unánime: que esta legislatura no sea como la anterior.
Parece como si el Rey oyera los corrillos porque comienza su discurso animando al consenso en los temas de Estado, como la lucha contra el terrorismo, la situación económica o la política exterior. Algunas señorías cabecean afirmativamente a sus palabras ¡quien les ha visto hace apenas unos meses! La curiosidad por ver de cerca de los nuevos ministros desaparece ante la presencia de Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz Gallardón. Atropellados ambos por los periodistas a la entrada, la presidenta madrileña tropieza y a punto está de dar con sus huesos en el suelo.
No quiere hablar de la información de El País, que narra que los suyos la incitan a presentarse en el congreso del PP de junio. Tampoco el alcalde quiere hacer declaraciones después de ser llamado al orden por sus palabras en China. Al final, el más sensato, va a resultar el octogenario Manuel Fraga, que lleva semanas repitiendo que no es el mejor momento para peleas. Las declaraciones improcedentes de Berlusconi, sobre el tono "rosa" del Gobierno español suscitan muchos comentarios en este arranque de curso. El más cauto que se oye es el término "machista" aplicado al nuevo mandatario italiano junto a otros comentarios despectivos sobre el teñido de pelo, su maquillaje o su afición a la cirugía estética. En este apartado el calificativo de "payaso" es el más repetido.
El ex vicepresidente Alfonso Guerra se limita lacónicamente a decir "¿Pero Berlusconi no es un delincuente?". Rajoy, no sabemos si para no contestar preguntas embarazosas sobre la crisis del PP, llega tarde. Entra cuando todos están ya en sus escaños y saluda a una despistada nueva ministra de Igualdad que va a ser su vecina de asiento, solo una fila por delante y en un banco azul. Se nota, y mucho la veteranía de los que repiten. Primero por la habilidad para sortear a los periodistas y después por encontrar con naturalidad, y sin cara de pánico, su sitio. Siempre hay una primera vez.
Victoria Lafora.