MADRID 3 Oct. (OTR/PRESS) -
Cinco días después de que el centro de Barcelona se convirtiera en un campo de batalla, donde una panda de vándalos tuvo en jaque a la policía, destrozando comercios, robando, volcando contenedores, destrozando el mobiliario urbano y dejando las calles llenas de mierda, resulta que no ha pasado nada.
Tras los ataques de los "antisistema" (curioso nombre que por su imprecisión no está claro si se oponen al sistema métrico decimal o al democrático) resultaron heridas treinta y cinco personas y cuarenta y dos fueron detenidas. Solo dos de ellas permanecen, a día de hoy, en prisión provisional. El vandalismo sale gratis.
Esta simpática muchachada "okupó" el antiguo edificio de una entidad bancaria, en pleno centro de la ciudad Condal, pocas fechas antes de la huelga general. No se sabe si con el propósito de aprovechar la "movida" para montar su follón paralelo -que es en lo que son especialistas- y con lo que consiguen reventar muchas convocatorias democráticas.
Se pidió su desalojo pero el juez de turno, pese a que era un edificio frente al que iba a pasar la manifestación sindical, no vio motivo para ello. La policía alegó que no lo hicieron porque tenían gasolina... ¡sorprendente motivo! ¿Y si se hubieran dedicado a tirar bolas incendiarias sobre los manifestantes?
De los cuarenta y dos detenidos solo nueve pasaron a disposición judicial. La jueza ha decidido ahora que siete más queden en libertad, con lo que se concluye que solo dos personas saquearon, rompieron y quemaron un coche policial en el centro de Barcelona.
Para contribuir a esta idílica imagen de normalidad, de aquí no pasa nada, el conseller de Interior, Joan Saura, que ha felicitado a los Mossos d'Esquadra por el buen trabajo llevado a cabo el día de la huelga general, se ha referido a las pedradas que recibieron y a los palos que cruzaban el aire como "incidentes minoritarios". Ni una palabra de los heridos ni de los cuarenta detenidos que ya están en su casa, u "okupando" otra sede social con el beneplácito de la autoridad competente.
Por cierto el responsable de Interior, Saura, no ha explicado que hacia su segundo en el departamento, Joan Boada, mientras las fuerzas de seguridad a sus órdenes se batían el cobre por las calles de la capital catalana intentando proteger los comercios y los bienes públicos. Al parecer estaba manifestándose en Girona contra la política económica del Gobierno de Zapatero y la reforma laboral. Su cargo, de especial responsabilidad, cuyo salario pagan los impuestos de los ciudadanos, le obliga a permanecer en su despacho, precisamente un 29 de septiembre. Si esto no le gusta, que dimita.