Publicado 28/09/2016 10:35

Se cumplen 88 desde que Fleming descubriera la penicilina y revolucionara la medicina moderna

MADRID, 28 Sep. (OTR/PRESS) -

En 1928, hace 88 años, un bacteriólogo británico, Alexander Fleming descubría la penicilina; el antibiótico que revolucionó la medicina moderna y que supuso aumentar sustancialmente los índices de esperanza de vida.

Lo cierto es que muchas especialidades médicas no existirían si Fleming no se hubiera encontrado con un hongo bautizado como "Penicillium notatum".

Estudiaba un cultivo de bacterias que presentaban un estado de lisis debido a la contaminación accidental con un hongo, al que se le dio el nombre de penicilina. Fleming descubrió, sin proponérselo, el poder bactericida de este moho.

Fue en la mañana del 28 de septiembre de 1928 en el Ala Clarence situada en el sótano del laboratorio del Hospital St. Mary en Londres.

Tras regresar de unas vacaciones observó que muchos de los cultivos estaban contaminados y los tiró a una bandeja de lysol.

Afortunadamente recibió la visita de un antiguo compañero y, al enseñarle lo que estaba haciendo con una de las placas que aún no habían sido lavadas, se dio cuenta de que en una de ellas, alrededor del hongo contaminante, se había creado un halo de transparencia, lo que indicaba destrucción celular. Se trataba de una sustancia difusible procedente del contaminante.

Posteriormente aisló y cultivó el hongo en una placa en la que disponía radialmente varios microorganismos comprobando cuáles eran sensibles.

La relativa simplicidad del núcleo de la estructura de la penicilina y la facilidad de las sustituciones en sus radicales extremos, han permitido en la actualidad numerosas penicilinas semisintéticas o sintéticas.

El descubrimiento y la posterior comercialización del medicamento supuso el tratamiento de numerosas enfermedades que se consideraban incurables hasta entonces y un remedio contra muchas causadas por bacterias.

De carácter tímido, Fleming siguió trabajando durante mucho tiempo en su descubrimiento hasta que el 1934 lo abandonó para dedicarse a las sulfamidas.

FLOREY Y CHAIN PROMOVIERON LA FABRICACIÓN Y EL EMPLEO MÉDICO DE

Aunque Fleming descubrió la penicilina, el australiano Howard Walter Florey y el bioquímico alemán Ernt Boris Chain iniciaron una detallada investigación de los antibióticos naturales y fueron quienes promovieron la fabricación en el empleo médico de la penicilina.

Su uso comenzó a ser masivo en la Segunda Guerra Mundial, donde fue evidente el valor terapéutico en el tratamiento de gran número de gérmenes infecciosos y sumamente útil para combatir enfermedades como la gonorrea o la sífilis.

Precisamente, el inicio de la segunda contienda mundial pone en riesgo el desarrollo de la producción industrial de la penicilina en Europa. Los científicos británicos buscaron ayuda en Estados Unidos, específicamente en los laboratorios de Peoria en Illinois.

El 9 de julio de 1941, Florey y Heatley partieron de la Universidad de Oxford con una pequeña cantidad de penicilina hacia EEUU. Sin embargo, la cepa de penicilina que mejor rendimiento tuvo no fue la importada por los científicos británicos, sino una cepa que crecía sobre un melón en uno de los mercados de Peoria.

COSTABA 20 DÓLARES EN 1943 y 0,55 EN 1946

En noviembre de 1941 Heatley y Andrew J. Moyer lograron mejorar 10 veces la producción de penicilina. Aumentando la cantidad, bajó el costo de las dosis.

El precio, casi incalculable en 1940, bajó a 20 dólares por dosis en julio de 1943 y a 0,55 dólares en 1946.

Como consecuencia de este gran hallazgo y su enorme trascendencia, los laboratorios de Gran Bretaña en 1999 y de Peoria en 2001 fueron designados como Monumento Químico Histórico Internacional

Lo cierto es que aunque se atribuye a Alexander Fleming el descubrimiento de la penicilina, durante muchas épocas y en diferentes culturas ya habían llegado mediante la observación a conocer y emplear las propiedades bactericidas de los mohos. De hecho, se han descubierto precedentes en la antigua Grecia y en los ejércitos de Ceilán en el siglo II, aunque también ha estado presente en culturas tradicionales de regiones tan dispares y distantes como Rusia, China , Serbia o los nativos norteamericanos.

Desde el siglo VIII, los médicos árabes curaban ya infecciones untando las heridas con una pasta blanca que se formaba en los arneses de cuero con los que se ensillaban burros de carga. A lo largo del siglo XVII farmacólogos y herboristas ingleses, como John Parkington, incluyeron el tratamiento con hongos en los registros de farmacia.

En el XIX, el científico Henie suscita en su discípulo, Robert Koch, el interés por la investigación de los microorganismos como agentes causantes de enfermedades y que le llevó a descubrir que el Bacillus Antharacis era el agente que causaba el carbunco, una enfermedad infecciosa y contagiosa producida por una bacteria, que padecen los animales y que puede ser transmitida al hombre.

Más tarde, Paul Ehrlich, que trabajó con Koch en Berlín, desarrolló el concepto de 'bala mágica', denominando de esta manera a los componentes químicos que pudieran eliminar selectivamente a los gérmenes.

En 1909 se consigue sintetizar un compuesto, el número 606, que más tarde se conocería como salvarsán que fue eficaz en la lucha contra la sífilis.

En 1928, una mañana del 28 de septiembre, Fleming identifica la penicilina. Sea como fuere, de manera consciente o inconsciente, accidental o fruto del esfuerzo colectivo, el hongo Penicillium ha salvado millones de vidas desde hace miles de años, pero sobre todo desde el momento en que la medicina se universalizó y los antibióticos pudieron llegar a cualquier lugar del planeta.

Contenido patrocinado