MADRID 20 Nov. (OTR/PRESS) -
Sí, señores, era lo que parecía. Una verdadera industria de la desvergüenza en la que estaban los tres tenores: Ábalos, Cerdán y Koldo. Diez años de mordidas canjeables por adjudicación de obra pública a empresas como Acciona y otras, con piso franco de Servinabar (la trampa disfrazada de consultoría) en la madrileña calle de Fuencarral.
Es lo que le parecía a la Guardia Civil, al juez y a la buena gente de la calle. Ahora, por ejemplo, ya se entiende mejor la prisión preventiva de Santos Cerdán, cancelada solo cuando había quedado desactivada su capacidad de destruir pruebas.
Las sospechas de lo que parecía se han reforzado con el último informe de la Guardia Civil, que ya está en todas las redacciones porque hasta aquí ha llegado el secreto del sumario del llamado caso Koldo, con Cerdán en libertad provisional, aunque sin pasaporte y con la obligación de comparecer quincenalmente en el Juzgado.
Más de doscientas páginas para explicar con quirúrgica precisión, propia de la UCO, cómo funcionaba la trama. Atención, a partir del kilómetro cero. Es decir, a contar desde el propio pedestal del todavía presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, puesto que tanto Ábalos como Cerdán y Koldo medraron por Sánchez y con Sánchez.
No es detalle menor en la industria del 2 %, pues su implantación coincide con el cuento fundacional del sanchismo (custodia de actas y "banda del Peugeot") y porque el rango de sus primeros actores impide trazar líneas de separación entre Moncloa y Ferraz, entre el Gobierno y el partido.
Cuartos a los pregoneros de la cuenta atrás de Sánchez, carnaza para las tertulias: ¿Lo sabía el número uno? Se admiten apuestas. El principal partido de la oposición ya ha hecho la suya en sede parlamentaria. En la sesión de control de este miércoles Feijóo ha acusado al presidente de haber llevado la cloaca a la Moncloa. Y la portavoz del PP ha calificado a Sánchez de "farsante".
Pero ni Sánchez primero, a preguntas de Feijóo, ni la vicepresidenta Montero después, a preguntas de Esther Muñoz, han entrado al trapo. Su respuesta volvió a ser el "y tú más". O sea, Almería y el escándalo de corrupción que afecta a los responsables del PP en la Diputación de esa provincia andaluza, donde la desvergüenza es la misma pero no el tamaño ni la distancia al número uno de ese partido.
A navegar entre la convicción moral y los elementos probatorios. No queda otra. Con licencia para recordar la secuencia de "Uno de los nuestros", cuando Robert de Niro monta en cólera porque uno de los suyos lucía un cochazo cinco minutos después de forrarse con un atraco. O sea, como la esposa de Cerdán, la Paqui, respecto a la que los dependientes de El Corte Inglés se preguntaban de donde sacaba para tanto como destacaba.