MADRID 23 May. (OTR/PRESS) -
Los sindicatos se lo están pensando. De momento, el anuncio de una eventual huelga general tiene carácter preventivo. En función de lo que haga el Gobierno (¿), Méndez y Toxo se movilizarán. Hasta ahora no lo han hecho, no porque, desde el punto de vista sindical, no hubiera motivos. Claro que los había. Nada menos que cuatro millones y medio de motivos, pero no era el momento. Y no lo era porque el Presidente les pidió cariño y ellos se lo dieron. Y no lo era porque nada se hacía en el Ejecutivo sin su beneplácito. ¿Para qué movilizarse si su voz era oída, si la política aplicada era una política compartida? Han cambiado las cosas y ahora calientan motores para de manera pacífica poner el país patas arriba. La huelga es un derecho democrático y constitucional y los sindicatos sabrán cómo deben manejarlo. Pero, ¿es responsable añadir tensiones a las ya existentes? España necesita de cualquier cosa menos de una huelga general. Habrá quienes se alegren por aquello de que desgasta al Gobierno, pero a estas alturas el Gobierno no necesita de un plantón de los sindicatos para ofrecer una imagen lamentable. La huelga general, si se convoca, no conducirá a nada, salvo a hacernos una pizca más pobres.
En Ferraz también se ha organizado la movilización. Todos los cuadros del partido han asumido el compromiso de explicar las medidas por todos los rincones del país. Nadie tan eficaz como José Blanco, pero no puede con todo. Saben en el PSOE que el envoltorio europeo -"todos los países están adoptando medidas"- no es suficiente para restablecer la buena imagen, la "simpatía", hacia el Gobierno y de manera especial hacia su Presidente, que, sin duda, afronta la etapa más difícil desde su llegada a La Moncloa. Pero la movilización socialista es también una movilización "silenciosa" que se traduce en un absoluto cierre de filas en torno al Presidente y su Gobierno. La certeza de encontrarse al borde del abismo ha invitado a todos a la prudencia y al silencio. ¿Dimisión?, ¿cuestión de confianza? Nada. Ni una cosa ni otra. Aguantar el tirón y presentarse como el Gobierno y el partido que sacrifica todo por España haciendo lo que no quiere hacer pero que otros _Europa_ le obligan a hacerlo. En realidad, Europa ha dicho que hay que recortar gasto, pero no de dónde, ni cómo. El contexto europeo -difícil e incierto- no exime a cada país de la responsabilidad de su propia economía.
Los populares también se movilizan. Sobre todo en Valencia, en donde ayer se celebró la tercera victoria electoral. En Génova dicen que el acto era regional y que por ello no asistió ningún dirigente nacional. Ni siquiera Federico Trillo, que no estaba en Moscú, sino en Cartagena. Rajoy prefirió irse a Cataluña, plaza que dista mucho, muchísimo, de ser tierra conquistada para los populares. En esta España nuestra es muy complicado enmendar la plana a un barón autonómico, sobre todo si éste gana elecciones y más si por activa y por pasiva se han hecho actos de fe de manera pública y reiterada, puesto que a Camps le ampara, como a todos, la presunción de inocencia. Pero, ojo, que lo de Camps puede llegar a causar tanta fatiga como en muchas ocasiones ha causado Esperanza Aguirre.
Ni Camps ni nadie van a desviar al PP del estudio cuidadoso del decreto que el Gobierno tiene que convalidar en el Congreso. Al parecer, la sesión se celebra el próximo jueves. En el PP se debaten entre la abstención y el voto en contra. Rajoy ha adelantado un ambiguo "no voy a darle apoyo", lo que no significa votar en contra. La sesión parlamentaria promete.
Todo está muy movilizado, pero la movilización más necesaria, la más patriótica, es la movilización que no ha hecho el Presidente el fatídico fin de semana del primero de mayo. No se movilizó en el sentido que hubiera aconsejado la prudencia y el sentido común. Ese mismo domingo, después de su visita al Rey, recién operado en Barcelona, debería haber llamado al líder de la Oposición, contarle con detalle lo ocurrido en Bruselas y, juntos, coger papel y lápiz para hacer las cuentas nacionales. No puede ser hacer ver que el PP solo es responsable si apoya. Si es así, ¿cómo es posible que ante una situación de emergencia nacional, el responsable del partido llamado a ser alternativa se entere al mismo tiempo que los demás? Si realmente el Presidente creyera necesario el apoyo del PP, resulta llamativo que entre ellos, a día de hoy, no haya mediado conversación alguna, máxime cuando la experiencia demuestra que cuando han hablado ha habido acuerdo. Eso hizo Sócrates en Portugal y esa "movilización" provocó la foto que tanta envidia nos dio y que aquí nunca veremos.