MADRID 29 Oct. (OTR/PRESS) -
Un año han tardado quienes nos gobiernan en ponerse de acuerdo para celebrar un funeral de Estado en memoria de las 229 personas fallecidas en la riada provocada por la dana del 29 de octubre de 2024 en la Comunidad Valenciana.
La tardanza expresa el mezquino interés político agazapado tras algunas de las decisiones y omisiones que se tomaron desde el primer momento de aquella inmensa tragedia. Faltó liderazgo y sobró cálculo político. Carlos Mazón, el presidente de la Generalidad, estuvo desaparecido en las horas cruciales del gigantesco temporal paralizando la toma decisiones -la primera de todas solicitar la ayuda del Gobierno central. Su confusa por inexplicada ausencia, sin duda retrasó la reacción para hacer frente a una situación que a todas luces desbordaba las capacidades del gobierno regional.
Tampoco estuvo a la altura de las circunstancias Pedro Sánchez, presidente del Gobierno y autor de la frase "Sí necesitan ayuda que la pidan", unas palabras que le perseguirán hasta donde llegue la memoria porque a todas luces obedeció a un cálculo político: el descrédito de un rival político a la vista de la flagrante incapacidad de Mazón. En la polarizada contienda política que caracteriza nuestros días, todo error del contrario aprovecha a unas tribus cada vez más cegadas por el odio.
Tras enterrar a los muertos, consolar a los familiares y empezar a distribuir las ayudas para paliar los variados desastres, Mazón debería haber presentado la dimisión cediendo el paso a otro más capaz. No lo hizo, ni Núñez Feijóo ha encontrado el momento para zanjar la cuestión. Un error político que se refleja en las encuestas que se realizan en la Comunidad Valenciana, que revelan que más de la mitad de los partidarios del PP están en contra de la continuidad de Mazón. Un error que tiene precedentes. Ya se calló cuando tras las elecciones autonómicas, sin encomendarse a nadie, Mazón pactó gobierno con el apoyo de Vox, decisión que sirvió en bandeja a Sánchez para convocar las elecciones del 23 J con una reedición de la campaña del "miedo al dóberman". En aquel caso el miedo a que Feijóo llegara a La Moncloa con Abascal de vicepresidente. Sánchez perdió los comicios pero al PP, que las ganó, no le dieron los números para formar Gobierno. Y Sánchez se aprovechó. Como lo está haciendo ahora con las secuelas de la dana y las manifestaciones que exigen la dimisión de Mazón.