MADRID 5 Nov. (OTR/PRESS) -
Se va Carlos Mazón (tarde), abrasado por su nefasta gestión durante las horas cruciales de la riada que asoló buena parte de la Comunidad Valenciana dejando en el aire un alegato que más que justificarle describe su incompetencia.
Es una dimisión que llega con un año de retraso pero que no cierra el expediente de lo ocurrido, a la vista de que por sí sola la torpeza del ya ex presidente de la Generalidad no explica el descomunal volumen de la catástrofe. Ni la insoportable cifra de muertes -229-, ni la ingente cantidad y variedad de los daños causados por la riada.
En su despedida Mazón ha señalado la falta de ayuda del Gobierno en los momentos iniciales de la dana. Ayuda que él no reclamó formalmente pero que el Gobierno debía haber desplegado decretando el Estado de Alarma, visto que la riada, además de a Valencia, afectaba a territorios de Castilla La Mancha y de Murcia. No lo hizo y Mazón en su alegato exculpatorio habló de cálculo político para perjudicar a un rival político y sin citarle por su nombre -habló de "mala persona"- señaló a quien estaba en el ánimo de todos.
La dimisión de Mazón abre un escenario que trasciende del ámbito de la Comunidad Valenciana y salta al ruedo nacional. Reconstruir la mayoría que merced al apoyo de Vox permitía al PP el gobierno de la Generalidad exigirá un peaje político que para los populares se perfila oneroso, a tenor de la opinión de Santiago Abascal que ha criticado a Núñez Feijóo porque dice que al forzar la dimisión de Mazón "ha dado un balón de oxígeno y un claro auxilio al relato de Pedro Sánchez al hacer coincidir la dimisión con el día en el que se iniciaba el juicio contra el fiscal general del Estado".
Tal y como se perfilan las cosas parece que la dimisión de Mazón, al no aparejar una convocatoria anticipada de elecciones, va a seguir empantanando la política de la región valenciana y de paso la escena nacional. Unas elecciones habrían ofrecido de manera nítida el verdadero juicio popular de los ciudadanos ante el cúmulo de circunstancias que se dieron alrededor de una tragedia en la que hubo negligencias y responsabilidades compartidas entre la Generalidad y el Gobierno central. A falta de comicios y acerca de cuál es el verdadero estado de la opinión pública -no la publicada-, todo resulta opinable. Sin una convocatoria de elecciones la dimisión de Mazón es un cierre en falso de la crisis provocada por los desastres de la dana.