MADRID 22 Ago. (OTR/PRESS) -
Estando en juego la Presidencia de los EE.UU. de Norteamérica, lo que es tanto como decir el control del primer gran poder del planeta, un poder que el 5 de noviembre se disputaran Donal Trump y Kamala Harris, resulta muy llamativo que del primero -que ya fue presidente- en términos políticos y personales lo sabemos todo mientras que de la candidata demócrata -que en la actualidad todavía es vicepresidenta- en la práctica apenas conocemos sus ideas políticas.
Es una rareza pero desde que ocupa la vicepresidencia no ha concedido una sola entrevista. Joe Biden, el presidente, la ha mantenido en la sombra y ella no ha querido o podido quebrar el círculo palaciego formado por los principales ministros y asesores del presidente. Círculo de poder en el que ha venido ocupando un lugar destacado Jill Tracy, la esposa del propio Biden.
Desde que Biden, manifiestamente incapacitado, renunció a presentarse a la reelección y Harris fue cooptada como candidata a la presidencia -a la espera de ser ratificada este jueves por la Convención del Partido Demócrata-, no se ha dejado entrevistar. Se ignora cuáles son sus ideas sobre política exterior: si tiene una idea formada acerca de del desenlace que puede depararnos la invasión rusa de Ucrania ;qué piensa sobre la situación en Oriente Próximo?, ¿cuál será su actitud con Israel? y, caso de resultar elegida, ¿qué posición mantendría Washington con Irán?. Dos países que estos días atraviesan por un peligroso compás de espera vistas las amenazas de Teherán a Israel tras el asesinato del líder de Hamas, el grupo terrorista que organizó la masacre del 7 de Octubre que desencadenó la posterior invasión israelí de Gaza. Hasta la fecha Harris se ha limitado a pedir un alto el fuego.
A pesar del escaso relieve político que apareja la vicepresidencia -Harry Truman, que pasó por el cargo antes de alcanzar la presidencia, sentenció que la utilidad de dicha encomienda era comparable a la "quinta teta de una vaca"-, la candidata Kamala Harris no parecía aspirar a más. Pero el destino se ha cruzado en su camino con otros propósitos. Y ahora tendrá que abrirse al país y al resto del mundo. La renuencia a enfrentarse a la prensa en formato abierto quizá delata el temor a desvelar sus limitados conocimientos de política internacional. El próximo 10 de septiembre tiene un primer debate con Donald Trump. Será una prueba de fuego. Ahí empezaremos a salir de dudas. A despejar la incógnita Kamala.