MADRID 20 Nov. (OTR/PRESS) -
Santos Cerdán tomará el turrón en casa, por decisión del juez Leopoldo Puente, que no aprecia ya riesgo de destrucción de pruebas ni de fuga en el ex 'número tres' del PSOE y hombre de confianza --.siento recordarlo, pero así era-de Pedro Sánchez. Me alegra la decisión judicial: nadie debería sufrir las penas accesorias, nunca contempladas en el Código penal, de Telediario ni de cantar los villancicos en la cárcel. Bastante negro es el panorama que le espera: el informe demoledor de la UCO nos ha mostrado claramente quién es, quién era, el hombre a quien, contra toda evidencia y sospecha, Pedro Sánchez confirmó como 'número tres' del PSOE en el congreso federal del partido. Y mira que tantos dijimos que...
Dijimos que lo que ya empezaba a publicarse en algunos periódicos de papel y digitales -'pseudoperiodismo' para Sánchez- sobre trapisondas muy sospechosas de Cerdán le inhabilitaba para ocupar un cargo tan alto en el partido que gobierna en la cuarta potencia de la Unión Europea, un país cuya macroeconomía -que no la micro- crece como la de ningún otro. Designar, más bien que reelegir, a Santos Cardan fue un capricho casi de autócrata, un gesto testicular, 'esto se hace así por mis santos', una muestra más de la ceguera, pero también del insoportable síndrome de Hubris, que anega el corazón y el cerebro de quien es casi omnipotente presidente, secretario general y resiliente máximo en este país.
Creo que ahora Sánchez lo paga. Porque poner en libertad (hasta el juicio y la sentencia, que va a ser sin duda muy dura) a quien ha protagonizado tantas portadas con las revelaciones de sus escándalos de corrupción puede que amanse a esa inmensa fuente de conocimientos indeseables para el poder que es Santos Cerdán. Pero ahora un barril de pólvora anda suelto, con la mecha presta a ser encendida: cualquier cosa que diga el ex secretario general, como cualquier cosa que digan el ex ministro (y aún increíblemente diputado) Abalos o su pintoresco lugarteniente Koldo García, puede implosionar en el corazón mismo de La Moncloa. Porque ya la sede de Ferraz se ha convertido, ahí tuvo razón Feijoo en sus afirmaciones de este miércoles en el Congreso, en una no sé si ya irreversible cloaca.
A veces bromeo diciendo que este país se está convirtiendo en Koldonia versus Ucolandia. O en Begonionia. O en Cerdanópolis. Cada día nos levantamos con una nueva revelación de mis compañeros de investigación periodística, que están realizando una labor impagable para el saneamiento del país. Y lo hacen con no poco riesgo, aunque esto no es aún, afortunadamente, Estados Unidos, cuyo presidente puede decir, sin que nada ocurra, "cállate, cerdita", a una periodista que tuvo el valor de hacer una pregunta incómoda.
Quedo a la espera de que Santos Cerdán, que tanto ha insistido en su presunta inocencia, convoque, ahora que está libre, una rueda de prensa y nos deje preguntar y repreguntar lo que nos parezca oportuno. Pero eso, claro, ni el PSOE ni La Moncloa, ni la censura, como en la canción de Serrat sobre los piratas, lo podrían permitir. Hay demasiadas cerdadas que contar, y no todas protagonizadas en exclusiva por Cerdán.