MADRID 9 Jun. (OTR/PRESS) -
Es una de las paradojas locas de esta época insana: Arnaldo Otegi fue a prisión por culpa de ETA. Lo mismo que el asesino múltiple De Juana Chaos, qué le hemos de hacer. Si ETA no hubiese lanzado su comunicado rompiendo la tregua el pasado martes, de Juana, quién sabe si con o sin pulserita, estaría en su domicilio particular o en el de su novia, y Otegi habría protagonizado este viernes la conferencia de prensa que no pudo dar por estar siendo traslado a la prisión de Martutene.
Claro, hay dos cosas a considerar: si ETA no hubiese roto la tregua con un comunicado demencial, el Gobierno no hubiese procedido como ha procedido, según convicción profunda de quien suscribe y sin duda de muchas más gentes que piensan como el que suscribe -que son, seguro, ya digo, muchos--, con lo que la suerte de De Juana y de Otegi, y quién sabe si de los candidatos de ANV, y quién sabe si de los pactos en Navarra, hubiese sido otra. Y, segundo tema, vemos que la legalidad puede inclinarse a babor o a estribor según domine una coyuntura u otra. Es decir, que la aplicación de la ley, que es interpretable, depende de por dónde soplen los vientos.
Cosa que no me parece condenable, conste, y sí muy pertinente, por el contrario, porque ya he dicho muchas veces que yo estoy a favor de seguir negociando, pese a todo, con la banda del horror. Pero que sin duda esto es algo que escandaliza a la ciudadanía y que hace perder votos, como por un tubo, a los socialistas gobernantes. Porque la incredulidad se ha instalado en nuestros corazones: ¿actúa el Gobierno por convicciones o llevado por los impulsos de lo que conviene en cada momento? ¿Habría que haber encarcelado a Otegi precisamente ahora, o habría que haberlo hecho antes? ¿No ha sido un dislate auténtico todo lo actuado a favor del preso De Juana Chaos, que lleva meses riéndose del estado de Derecho que lo ampara?
Preguntas todas que sin duda hará Rajoy a Zapatero cuando, el lunes, se encuentren, quién sabe si para bien, en La Moncloa. Al presidente le hacen mal los discursos -o acaso los haga mal él mismo--, porque nunca responde a las preguntas que anidan en los ciudadanos. Y, así, se fue vivo de la última comparecencia frente a Gabilondo, como, sin duda, se irá vivo hoy, cuando hable a sus compañeros del comité federal y les ponga al cabo de la situación política que, vista desde La Moncloa, sin duda es diferente a como la vemos usted y yo. Quizá por eso, ZP hace unos discursos tan raros, como periféricos, que ni usted ni yo acabamos de entender. Claro que ¿entiende usted por qué Otegi está en la cárcel ahora y no hace dos meses? Y ¿qué me dice del caso de De Juana? Pues eso.
Fernando Jáuregui.