Publicado 15/10/2025 08:00

Julia Navarro.- Nobel 1, Nobel 2

MADRID 15 Oct. (OTR/PRESS) -

Pedro Sánchez ha viajado hasta Egipto para "apuntarse" al éxito de Donald Trump al parar la guerra en Gaza. Una guerra que parece que a algunos miembros de la izquierda oficial les gustaría que continuara. Y diré algo que seguro a algunos les puede escandalizar: Donald Trump se convertirá en un firme candidato a ser merecedor del premio si se consolida la paz en Oriente Medio, ademas de por haber logrado el regreso de los rehenes a los que los terroristas de Hamas llevaban dos años torturando.

Dicho esto, diré que chirría la presencia del presidente Sánchez en Egipto puesto que nuestro gobierno a través de algunos de sus ministros, se han manifestado en contra del acuerdo de paz. Y no solo eso, si no que vienen llevando a cabo una campaña anti semita pidiendo la desaparición de Israel al grito de "Desde el río hasta el mar". O sea desde el río Jordan hasta el Mediterráneo, que implicaría la desaparición de Israel y de sus ciudadanos.

Además Sánchez no ha hecho nada por la paz. Por eso resulta una impostura que se haya ido a Egipto para hacerse una foto junto a quienes, con Donald Trump en cabeza, han estado trabajando para poner fin a esa sangría de violencia.

A nuestro presidente y a buena parte de su gobierno, los acontecimientos les han pillado con el pie cambiado, tanto en lo que a la paz en Gaza se refiere como ante la concesión del Premio Nobel de la Paz a Maria Corina Machado. Pero, por mas que intente enmascarar lo uno con lo otro, muchos ciudadanos se continúan preguntando cómo es posible que el gobierno no avale, y se alegre, de la concesión del Nobel de la Paz a María Corina Machado.

La realidad es que desde que le han concedido el Nobel de la Paz, una parte de nuestra izquierda está sumida en un ataque de rabia que les retrata.

Y no quiero imaginar su reacción si el próximo año se lo conceden a Trump.

Sí. Escuchando a algunos dirigentes de la izquierda de nuestro país, se podría sacar la conclusión de que viven en una realidad paralela, sino fuera que esa realidad no es otra que la de sus propios, y a veces inconfesables, intereses políticos y personales.

Así asistimos a sus rabietas en vivo y en directo, acompañadas de improperios deleznables ante la concesión del Premio Nobel a María Corina Machado, la mujer que resume en su actividad política la oposición contra la dictadura de Nicolás Maduro.

María Corina vive en las sombras de la clandestinidad puesto que allí, en la Venezuela de Maduro, su vida no vale nada.

No sé si la concesión del Nobel servirá de algo, es decir si servirá para que se acabe con el régimen de terror de Nicolás Maduro, pero si sé que es de justicia reconocer el valor y la defensa de la libertad que viene haciendo María Corina en particular y del resto de la oposición al régimen dictatorial de Maduro, en general.

Como es de justicia reconocer que es Donald Trump quien ha conseguido parar la guerra en Gaza. Suyo es el mérito de lo que parecía a todas luces imposible: sentar alrededor de una misma mesa a representantes del Estado de Israel y a los dirigentes de Hamas.

Pero volviendo a la rabia incontrolada de los dirigentes de izquierda de nuestro país por la concesión del Nobel de la paz a María Corina, la verdad es que se han retratado ellos solos al apoyar un régimen dictatorial como el de Maduro, donde se detiene y se tortura a los opositores, donde el miedo atenaza a la población, y ha provocado el exilio de miles de venezolanos. No se puede defender derechos en un lugar y callar que se violen en otros.

Repito lo evidente: cualquier demócrata solo puede sentir alegría por la concesión del Nobel a la líder opositora venezolana. E igualmente alegrarse de que la paz haya vuelto a Gaza y los rehenes a sus casas. Quien no lo haga se lo debería de hacer mirar.

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