MADRID 10 Oct. (OTR/PRESS) -
Ánimo, Pedro, ante esa comparecencia en el Senado, que no servirá para nada, como no han servido nunca las comparecencias en comisiones parlamentarias sobre asuntos que están en los juzgados, porque quienes condenan o absuelven son los jueces, no los grupos parlamentarios.
Ánimo, Pedro, que usted tiene ya experiencia, y ha pasado por pruebas que quizás nadie podría superar en España. Como decíamos el otro día, en una cena de amigos, cualquiera de nosotros, se entera de que nuestra esposa escribe cartas de recomendación sobre clientes que compran o venden con la empresa que estamos dirigiendo, y sería difícil seguir manteniendo una correcta convivencia matrimonial, lo que demuestra su capacidad de encaje, y su inmenso amor. Más aún: la jugada que le hizo su hermano, de contratarse para cobrar sin trabajar, sin saber usted absolutamente nada, en otras familias hubiera supuesto una ruptura familiar de largo alcance, mientras que usted acogió a su hermano en Moncloa, e incluso cedió la ambulancia presidencial para que le llevara a su cuñada a las visitas rutinarias al ginecólogo, muestra evidente de su defensa a ultranza de la familia.
Ánimo, Pedro, para seguir soportando esa humillación ante el Prófugo, esa pleitesía que nunca va a cesar, y que, cualquier político con menor paciencia que usted, ya habría roto, sin darse cuenta del sacrifico que está usted llevando a cabo para que continúe en pie el nuevo Frente Popular de España, formado -exactamente igual que en 1936- por socialistas, comunistas, comunistas extremos como Podemos y Sumar, y separatistas.
Ánimo, Pedro, y siga recibiendo los consejos de ese otro gran socialista, José Luis Rodriguez Zapatero, quien gracias a sus 70 viajes a Venezuela, le podrá proporcionar -aparte de lo que le proporcione Delcy Rodríguez- consejos sabios de ese gran dirigente, Nicolás Maduro, ejemplo de superación de los vicios de las democracias capitalistas de Europa, y creador de un régimen que sólo piensa en el pueblo y en su felicidad.
Ánimo, Pedro, porque en este mes en que se paga el segundo plazo de los impuestos, no faltarán insolidarios que dirán que pagamos en España los impuestos más altos que nunca se habían pagado, olvidando que son necesarios para abonar los sueldos de esos asesores de un gobierno con más ministerios que hubo nunca, pero necesarios para poder hacer feliz al pueblo, en quien usted no deja de pensar. ¡Ánimo, Pedro! Usted puede y, por eso, pasará a la Historia.