MADRID 27 Ago. (OTR/PRESS) -
Es un inmenso error legislar impulsado por la casuística, pero no cabe duda de que los casos semejantes, cuado agrupados sorprenden, proporcionan las referencias necesarias para legislar. Debemos intentar evitar por todos lo medios demonizar al criminal, y, como decía Arenal, odiar el delito y compadecer al delincuente. Otrosí, debemos confiar en recuperar para la sociedad a la persona que ha delinquido.
Pero si como decía el lord inglés: "he aprendido tanto de mis errores, que estoy perfectamente preparado para volver a repetirlos", y ese es el santo y seña, hay que poner algún coto a la reincidencia, entre otras cosas para evitar males mayores, porque si el asesino de mi hija está en la calle, y vuelve a delinquir y se le pone en libertad, y torna de nuevo, y con la misma persistencia que incumple las leyes, la Ley le proporciona libertad de movimientos, será que la Ley no sirve. Y esa es una terrible deglución, porque impele a la creación de mafias, a la organización de defensas secretas, a la terrible tentación de que la gente se tome la justicia por su mano.
A Sandra la llevaron a un descampado, y la violaron. El Rafita decidió que había que matarla para que no les denunciara, y la empotraron con el automóvil que le habían robado a su novio, y le pasaron por encima. Pero para asegurarse, y por si todavía había algún hálito de vida, decidieron quemarla. Al volver con la gasolina, todavía la pobre víctima movía un poco los brazos, lo que apresuró el abrasamiento, todavía viva.
El articulista piensa que es un ser racional, y que la mente debe gobernar las emociones y los sentimientos. Pero si yo fuera el padre de Sandra, de esa pobre torturada, y me encontrara con el Rafita, es muy probable que dejara atrás siglos de civilización y diera un salto primitivo y salvaje, y se apoderara de mí el mono desnudo que me pediría matar al Rafita o que me matara él. Y no pido perdón por ser sincero.