La leyenda negra de Grooveshark

Actualizado: martes, 21 julio 2015 14:53

   MADRID, 21 Jul. (Portaltic) -

   Han sido diez años de polémicas, incidentes y sinsabores. Ahora, incluso después de su cierre, la página de streaming musical gratuito Grooveshark sigue prolongando su maldición en la industria discográfica. Este jueves ha fallecido bajo circunstancias misteriosas el cofundador de la plataforma, Joshua Greenberg, en su casa de Florida.

   El cuerpo de Joshua Greenberg fue hallado por su novia en la cama de la casa donde ambos vivían. Su madre, Lori Greenberg, ha declarado que su hijo gozaba de buena salud, y la policía no ha encontrado señales de violencia, ni heridas o drogas de ningún tipo en la escena. Además, no padecía ninguna enfermedad y no tenía problemas personales, lo que ha inducido a la Policía estadounidense a descartar la hipótesis del suicidio.

   Este hecho se suma a otras historias, no menos dramáticas. Hace dos años fue asesinado su director de ventas, Eddy Vásquez. El empleado asistió a la boda de un amigo en San Petersburgo, Florida (EEUU). Tras la boda decidió acudir a un bar cercano para celebrar el cumpleaños de otro amigo, Andrés Rodríguez Torres.

    Según los informes policiales, ambos comenzaron a discutir en la puerta del local a eso de las 4 de la mañana, cuando Rodríguez Torres disparó dos veces al pecho de su amigo por motivos que a día de hoy, no han sido esclarecidos. Actualmente Rodríguez Torres está en prisión cumpliendo condena.

CIERRE DE GROOVESHARK

   En cuanto a Grooveshark, hace tres meses que fueron obligados a cerrar después de que los gigantes de la industria (Sony, Warner y Universal) la machacaran durante más de un lustro.

   La decisión fue drástica. La justicia les consideró resposables de provocar pérdidas estratosféricas para la industria musical de hasta 736 millones de dólares en daños y perjuicios por violar los derechos de autor. También, se les culpó de obtener beneficios, a través de publicidad y suscripciones, utilizando música por la que no remuneraba a los autores. Finalmente llegaron a un acuerdo con las discográficas y Grooveshark no tuvo que pagar ni un céntimo como compensación. Eso sí, se estableció una condición: desaparecer completamente de la red.

   Cuando parecía que la historia de Grooveshark había llegado a su fin, un grupo de programadores reabrió el dominio como Grooveshark.io con la integridad de su contenido. Como se podía presuponer, estuvo poco en activo.

   La industria discográfica actuó rápido e interpuso una demanda por falsificación y violación de una marca registrada. Esto fue debido a que con el cierre del original Grooveshark se pactó con sus fundadores que la marca y tecnología de la compañía pasará a manos de la industria discográfica, como garantía para no seguir infringiendo los derechos de autor. La justicia, de nuevo, les dió razón. Ordenó el cierre de la web y confiscación del dominio, ejecutando el cierre de Grooveshark.io.

   Lo que ha quedado claro es que con con el cierre definitivo de Grooveshark, la industria ha logrado amedrentar a cualquier nuevo jugador que intente empezar desde abajo innovando en música digital sin el aval de las discográficas. En el contexto actual se permite la existencia únicamente de aquellos actores que la industria pueda controlar y que a ésta le generen las ganancias que ambiciona.

PIONEROS EN EL 'STREAMING' MUSICAL

   Grooveshark nació en 2007 y llegó a tener 35 millones de usuarios y a las marcas más reconocidas del mundo publicitando en su plataforma. Su amplia base de contenidos se nutría de los consumidores que aportaban contenidos, con un ritmo de crecimiento del 3 por ciento por día en 2009.

   Cuando la plataforma Spotify desembarcó en los Estados Unidos, Grooveshark ayudó a la empresa a establecerse y le permitió el acceso a sus millones de canciones. La industria de la música empezó a reclamarle a Grooveshark el cobro de los derechos en 2009 y desde entonces mantuvieron un largo litigio judicial donde la compañía se defendía argumentando que se amparaba en la Digital Milenium Copyright Act, que protegía a los sitios que contienen material protegido por derechos, pero subidos por otros.

   La industria discográfica, finalmente, derrocó a Grooveshark. En su último comunicado oficial del pasado mayo, la compañía afirmó: "Comenzamos hace diez años con la meta de ayudar a la gente a compartir y descubrir música. Pero pese a que teníamos las mejores intenciones, cometimos graves errores y no fuimos capaces de conseguir licencias para gran cantidad del catálogo que teníamos disponible".

   Mucho antes que Spotify o Radio, estaba Grooveshark, la primera plataforma en ofrecer música gratuita a los usuarios de Internet. E incluso ahora que el fin de Grooveshark parece definitivo, ni siquiera consigue deshacerse de su maldición. Esperemos que la trágica desaparición de Joshua Greenberg, un pionero de la tecnología, sea la última noticia negativa que se asocie con Grooveshark y que si alguna vez volvemos a hablar sobre esta marca, sea por su regreso con todas las de la ley y el beneplácito de la industria musical.

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