Casco realidad virtual
HTC Vive (análisis): el principio de algo muy, muy grande
MADRID, 21 Abr. (Portaltic/EP) -
HTC Vive, el casco de realidad virtual desarrollado por la compañía especializada en teléfonos móviles y Valve, ha comenzado a llegar a los primeros usuarios. Nosotros hemos podido probarlo durante algunos días y estas son nuestras impresiones.
La realidad virtual no es una tecnología nueva, pero es ahora cuando comenzamos a verla en todo su esplendor, con dispositivos para el consumidor final realmente competentes. Podemos distinguir dos tipos: de sobremesa y móviles.
Los primeros, como HTC Vive, ofrecen mayor potencial gráfico y un control más ambicioso, basado en mandos con detección de movimiento. Los segundos, como Gear VR, por el momento apuestan por 'trackpads' táctiles y mandos tradicionales como sistema de control y su apartado gráfico tiene el techo algo más bajo.
Podéis conocer más al respecto en nuestra comparativa de Gear VR y HTC Vive.
Para utilizar el casco de HTC y Valve es necesario un ordenador con unos requisitos bastante potentes (GeForce GTX 970, Intel i5 4590 y 4GB de RAM), que hace que la barrera económica de entrada para este dispositivo sea bastante alta. Si unimos el casco y el ordenador, estamos hablando de un desembolso en conjunto que sube por encima de los 2.500 euros. Nosotros lo hemos probado con un Mountain Graphite (Intel Core i7 4790, GTX 980M y 2x 4GB DDR3L 1600 SODIMM), de la compañía española Mountain, con el que todo ha funcionado a la perfección.
HTC Vive llega en una enorme caja que guarda todos los componentes necesarios: casco, sensores, cables y mandos de control.


Instalar el casco es bastante sencillo, aunque más laborioso que, por ejemplo, una consola al uso. En este sentido, HTC ha facilitado bastante la tarea: solo hay que entrar en una web y descargar un tutorial. Después, paso a paso, recibimos todas las instrucciones necesarias (instalación de software y colocación de 'hardware').
El proceso es bastante sencillo y lleva unos 40 minutos completarlo.
La parte más "conflictiva" es situar los sensores. Tienen que estar por encima de nuestra cabeza y "verse" el uno al otro. Nosotros nos hemos servido de estanterías y cajas para colocarlos, aunque son compatibles con trípodes estándar (gracias a una hendidura de rosca), para facilitar la tarea. Además, aunque con inalámbricos, sí que cuentan con su propia fuente de alimentación, por lo que hay que tener en cuenta que debe haber un enchufe cerca o contar con alargadores.

También hay que configurar el espacio en el que vamos a jugar y aquí viene otro reto: la habitación debe ser lo bastante grande como para que nos podamos mover. Nosotros hemos utilizado un espacio de unos dos metros por tres, aunque se puede reducir algo más. Cuando estamos dentro de una experiencia virtual y llegamos a los límites de ese espacio, vemos una malla blanca que nos indica que no debemos avanzar más. Cuanto más pequeño sea el espacio, más a menudo ocurrirá esto y más incómodo será jugar.
En esta imagen os podéis hacer una idea de en qué consiste el montaje:

Podéis consultar todos los detalles de instalación en manual usuario HTC Vive manual de usuario online, publicado en la página web oficial de HTC.
VIDEOJUEGOS Y DISEÑO DEL DISPOSITIVO
Los mandos son muy cómodos, ergonómicos y con todos los botones al alcance de los dedos. Cuentan con gatillos, botón lateral (similar al pulsador de un detonador), un disco táctil con botones en sus cuatro direcciones y botones justo encima y debajo de dicha superficie. Veremos qué tal funciona este 'trackpad', que de momento es empleado principalmente como cruceta y para navegar por menús. Ya veremos si cuando avance el desarrollo de videojuegos para Vive no se echa de menos un 'stick' analógico para mover personajes (como los que tienen los mandos de Oculus).

Hay cerca de un centenar de videojuegos en la tienda de Steam para realidad virtual, algunos de ellos compatibles con mandos tradicionales y bastantes para los mandos de HTC Vive. La gran mayoría de ellos son algo más cercano a una demo que a un videojuego completo y profundo, pero sirven para vislumbrar la asombrosa tecnología que ofrece el casco.
La calidad visual alcanzada por el momento no es demasiado elevada en los juegos, aunque no es tanto culpa del dispositivo, como de los títulos lanzados, por el momento bastante modestos. También hay unas cuantas experiencias que se alejan de los videojuegos, bastante sorprendentes, pero experimentales, al fin y al cabo.
El panel del HTC Vive tiene una resolución de 2160x1200 píxeles (1080x1200 para cada ojo). Es inevitable apreciar los píxeles, pero también el cerebro se encarga de que nos olvidemos de ellos al poco de comenzar la partida y no resulta molesto.

También queremos destacar lo bien diseñado que ha sido el casco, que resulta cómodo de llevar, a pesar de su peso, gracias a las correas y a la gomaespuma del visor. Especialmente nos ha llamado la atención que las lentes no se empañan, por mucho que sudemos jugando a determinados videojuegos que exigen movimiento. En Gear VR, por contra, el sudor se condensa dentro del visor y las lentes se empañan.
Lo que sí que resulta bastante incómodo es el cable que une el casco con el ordenador, algo que no ocurre con un móvil, donde la unidad de procesamiento se encuentra dentro del propio casco. En aquellos videojuegos en los que hay que girar y andar habitualmente, es fácil tropezar con el cable. Es algo que los desarrolladores tendrán que tener en cuenta para sus desarrollos, puesto que no parece probable que el cable vaya a desaparecer en un futuro cercano en los cascos de realidad virtual de sobremesa.
LA EXPERIENCIA
Dicho todo esto, hay que hablar de la experiencia que encuentra el usuario dentro del HTC Vive, que sin duda supone un antes y un después en el mundo de los videojuegos. Creednos cuando os decimos que jugar a títulos de realidad virtual con un casco así no se parece a nada de lo que hayamos podido probar en una consola con mando tradicional o un casco de realidad virtual móvil como el Gear VR.
Como seguramente ya sabréis, HTC Vive permite que nos movamos de verdad, "físicamente", por los mundos virtuales (acotados en el espacio que hemos definido en la sala) de forma natural. Es decir, con nuestros pasos y giros de cabeza, la cámara del videojuego se mueve y nos hace sentir que estamos ahí. Sin desfase y combinado con los mandos con detección de movimiento, lo que crea una ilusión tremendamente realista.
Con HTC Vive sientes que realmente te transportas a otro mundo. Cuando te lo colocas, te mueves por la escena y miras tus propias manos, sujetando una espada, una antorcha o una pistola... Cómo la giras, cómo apuntas -incluso guiñando un ojo para hacer más precisa la trayectoria-... Es una experiencia sencillamente impagable. Realmente crees estar en esa otra realidad. Es posible acercarte y observar de cerca una moneda que vas a recoger en un juego de rol, esquivar disparos, mover la muñeca en un juego de tenis... Todo es tal y como lo harías si de verdad estuvieses viviendo esas experiencias.
Como decíamos, los títulos que hay actualmente disponibles son más similares a demos, que a títulos completos. Son sencillos y cortos, conceptos ligados a la increíble experiencia que ofrece Vive. Y también bastante sencillos técnicamente.
Hay alguna excepción. Algunos como Vanishing Realms sí que ofrecen un acercamiento más claro de lo que es una aventura profunda en primera persona con casco de realidad virtual, con elementos de exploración y un combate sencillo, pero muy realista, en que debemos combatir dirigiendo nuestros ataques (y defendiéndonos) de forma precisa (con movimientos 1:1, no como en anteriores aventuras para consolas con mandos de detección).
CONCLUSIÓN
HTC Vive está comenzando a llegar estos días a los primeros compradores y, de momento, es una plataforma a la que le falta una oferta de videojuegos más ambiciosa (en cuanto a profundidad, no tanto en número). También tiene una pega de diseño: el incómodo cable, algo por lo que no culpamos a HTC y Valve, ya que de momento es algo que parece difícil de sortear en una tecnología como esta, cuando la unidad de procesamiento no se encuentra integrada en el propio casco (como ocurre en los dispositivos móviles).
Sin embargo, lo que ofrece Vive es una experiencia increíble: fresca, sorprendente, inmersiva e intuitiva; a grandes ragos, todo lo que un videojugador había soñado: un salto sensitivo sin precedentes, gracias al casco, al desplazamiento por el espacio y a los mandos con detección de movimiento. Sin duda, es el principio de algo muy, muy grande; un sistema con tantas posibilidades, y respaldado por Valve, que sinceramente esperamos que prospere y llegue, con el tiempo, a muchos hogares.