El arzobispo de Barcelona aboga por que la Iglesia no pretenda imponer su verdad, sino proponerla

Actualizado: domingo, 27 abril 2008 14:18

BARCELONA, 27 Abr. (EUROPA PRESS) -

El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, abogó hoy por que la fe cristiana y la Iglesia no pretendan imponer su doctrina, sino proponerla a una sociedad catalana "a veces triste y resignada, a menudo escéptica ante su futuro".

"La fe cristiana tiene que evitar una pretensión de hegemonía cultural que se daría si no se reconoce que la verdad se propone, pero no se impone", señaló Sistach durante su homilía en la Misa de la solemnidad de la Virgen de Montserrat que tuvo lugar hoy en el Monasterio de Montserrat (Barcelona).

El cardenal opinó que hoy es "absolutamente necesario y muy urgente" el anuncio del mensaje de Jesús, pero en este proceso, "la Iglesia no puede pretender imponer a los otros su propia verdad".

Añadió que eso no significa que no se tenga que ofrecer la "verdad" a la sociedad, sino que se trata de "apelar al valor trascendente de la persona y salvar la sociedad del riesgo de un pensamiento único, que todo lo allana y uniformiza".

En este sentido, compartió unas declaraciones del Papa Benedicto XVI en las que aseguró que "el cristianismo no es un cúmulo de prohibiciones, sino una opción positiva". "Tenemos el peligro hoy de limitarnos, o de dar la sensación de que nos limitamos a denunciar, aunque sea con un espíritu de colaboración, los contenidos sociales y legales que no responden a los auténticos principios antropológicos, éticos y morales", consideró.

Sistach constató que actualmente se participa de una cultura "que va generando un nuevo estilo de vida 'como si Dios no existiese'", situándose la ética en el ámbito del relativismo y el utilitarismo y "excluyendo cualquier principio moral que sea válido y vinculante por si mismo".

Este tipo de cultura significa, a su juicio, una "ruptura radical y profunda" no sólo con el cristianismo, sino también con las tradiciones religiosas y morales de la humanidad.

Ante esta situación, el arzobispo de Barcelona apostó por ofrecer a la sociedad catalana toda la riqueza del humanismo cristiano, "capaz de interesar a muchísimas personas", de entre las cuales destacó a los jóvenes.

Un trabajo en la formación de "auténticos cristianos" conllevará, a su juicio, "un fortalecimiento espiritual de la sociedad", con lo que las personas estarán más cerca de sus raíces cristianas, las instituciones más próximas a los valores evangélicos y el ordenamiento jurídico más adecuado a los principios y valores del humanismo cristiano.