(1) El cardenal Julián Herranz publica un libro sobre las relaciones del Vaticano con el Opus Dei

Actualizado: domingo, 8 abril 2007 18:24

El cardenal dice que el laicismo que se proclama hoy en España es en realidad un fundamentalismo ateo, y el Estado laico es el Estado ateo

ROMA, 8 Abr. (Del enviado especial de Europa Press, Salvador Aragonès) -

El cardenal Julián Herranz acaba de publicar un libro sobre su larga experiencia de 50 años en Roma, trabajando en la Curia Romana y junto al Fundador del Opus Dei, San Josemaría Escrivá de Balaguer. En su libro relata sus experiencias, sus contactos y su trabajo que, desde el Concilio Vaticano II, ha desarrollado en Roma, especialmente en el ámbito del Derecho de la Iglesia, hasta encontrar más cercanos a algunos de los protagonistas de la Iglesia Católica en Roma y en España.

- Pregunta: Acaba de aparecer su libro 'En las afueras de Jericó' (Rialp, 2007), en el que relata su vida de 50 años en Roma al servicio del fundador del Opus Dei y al servicio de la Santa Sede como jurista, especialmente bajo el pontificado de Juan Pablo II. Lo hace desde una cierta perspectiva y deshace muchos tabúes, no sólo relacionados con el Opus Dei, sino también con la Santa Sede. ¿Qué le motivó publicar este libro?

- Respuesta: Una serie de factores que se pueden resumir en dos: un deber de justicia y el consejo del editor italiano. El deber de justicia era la necesidad sentida de testimoniar personalmente la gratitud que yo debo a dos sacerdotes santos con los que he convivido y trabajado: San Josemaría Escrivá, con el que conviví 22 años, y los 27 años de trabajo junto a Juan Pablo II. Vivir junto a dos santos, uno canonizado ya por la Iglesia, y el segundo todavía no -pero yo en mi corazón, como otros más, ya lo hemos canonizado- supone haber recibido de Dios un bien espiritual inmenso. Por su ejemplo, por sus palabras, por su vida toda, los santos son como el espejo en el que se refleja Jesús, y se siente esta proximidad de Dios, de Cristo, a nosotros. Comprendí que tenía el deber de comunicar ese gran bien a otras almas. La segunda razón es el consejo del editor cuando le mandé la primera redacción del libro. Lo leyó y le gustó, pero me pidió que no me limitase a lo que había escrito sobre esas dos grandes figuras. Quería que continuara relatando hasta nuestros días las experiencias de 45 años de trabajo en la Santa Sede, viviendo momentos del Concilio Vaticano II y de la historia de la Iglesia particularmente significativos: también junto a Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y con el cardenal Ratzinger, ahora Benedicto XVI. Así se alargó la temática y también los tiempos. Es un libro -lo confieso- que me ha costado mucho trabajo.

- P.: Entre las novedades del libro está la historia de las relaciones del Opus Dei con los distintos dicasterios de la Curia Romana, que culminaron con la erección por el Papa Juan Pablo II de esta institución en Prelatura Personal, de acuerdo con el derecho de la Iglesia. Y como jurista intenta conjugar lo carismático del mensaje de San Josemaría con lo jurídico, lo que no es fácil cuando salen por el mundo no pocos movimientos carismáticos. ¿Cómo se puede encuadrar jurídicamente al carisma?

- R.: Carisma auténtico es un don del Espíritu Santo reconocido por la jerarquía de la Iglesia. Ese reconocimiento significa que es la misma jerarquía quien testimonia positivamente acerca del bien espiritual y apostólico que ese carisma produce. Al mismo tiempo la autoridad eclesiástica procura encauzarlo jurídicamente. Porque la Iglesia no es solo una comunidad espiritual, de esperanza, de fe y de caridad; es también una sociedad jerárquicamente estructurada, y como toda sociedad tiene sus leyes, sus cauces a través de los cuales se realiza la misión que Jesucristo le confió. El carisma se podría comparar al impetuoso torrente de agua de una alta montaña que baja con grande potencia y capacidad de bien. Pero necesita turbinas que lo transformen en energía eléctrica, y canales que lo lleven a irrigar las tierras. Encuadrar jurídicamente los carismas quiere decir encauzar dentro de la constitución de la Iglesia esa riqueza de espiritualidad, de vigor apostólico que el carisma entraña.

- P.: Su Eminencia, como cardenal español de la Curia Romana, acompañó al Santo Padre a Valencia, al Congreso Mundial de las Familias. No pocos católicos esperaban un mensaje del Papa más "político" y más relacionado con el auge del laicismo propiciado por el actual Gobierno socialista de España. ¿Cómo juzga esta no intervención del Papa en el momento español?

- R.: El Papa es bien consciente y lo ha dicho repetidas veces que existe en el mundo y en España una presión fuerte, por parte de determinados lobbys, contra el concepto mismo de matrimonio y de familia. Y sabe que las presiones que a través de medios de opinión publica y de la acción política que estos lobbys ejercen, se incide negativamente en procesos legislativos contrarios al derecho natural, al verdadero concepto antropológico de matrimonio y de familia. Pero cuando fue a Valencia el Papa iba a presidir el Congreso Mundial de las Familias. Su magisterio fue por eso fundamentalmente positivo y de amplitud universal, recordando las verdades básicas en torno al concepto mismo de familia, fundada sobre el matrimonio o unión estable de un hombre y una mujer abierta a la fecundidad. La familia constituye un patrimonio de la humanidad, una institución social fundamental, una célula vital, el pilar de toda sociedad sana. El Papa recordó que todo esto es una realidad que interesa tanto a los creyentes como a los no creyentes, en España como en todo el mundo. En el plano religioso el Papa recordó que la familia es la escuela fundamental para la formación en la fe cristiana (el concepto de "iglesia domestica" que le gustaba tanto repetir a Pablo VI), es el lugar en el que los hijos van recibiendo del ejemplo y de la palabra de sus padres la educación cristiana que necesitan. Este deber de los padres cristianos es importantísimo, cada vez más en un mundo sometido a la fuerte presión del materialismo práctico y del neopaganismo disfrazado de "laicidad".

- P.: Algunos medios han hablado de su vuelta a España después de que el Papa le haya aceptado su renuncia al frente del dicasterio que ha dirigido. Sin embargo, sigue como presidente de la Comisión Disciplinar de la Curia Romana, además de miembro de seis Congregaciones y del Consejo Pontificio para los laicos. ¿Quiere esto decir que seguirá en Roma?

- R.: Así es; veo que esa es la voluntad de Dios, y siempre he procurado cumplirla. Aparte de esto, yo digo a todos los que me lo preguntan, que un sacerdote nunca se jubila. Basta -eso sí- tener siempre los motores encendidos -¡valga la metáfora!- para despegar feliz en cuanto el Señor me llame.