(y 2) El cardenal Julián Herranz publica un libro sobre las relaciones del Vaticano con el Opus Dei

Actualizado: domingo, 8 abril 2007 18:28

- P.: Las relaciones entre Iglesia y Estado no pasan por buenos momentos. Se podría decir que España ha pasado de ser un Estado confesional católico a un Estado aconfesional, y ahora se reivindica que sea un Estado laicista. ¿Qué piensa de esa continua tensa situación, que hace difícil la pacífica convivencia?

- R.: Hace tiempo que comparto la seria preocupación no sólo de los obispos españoles, sino de millones de ciudadanos cristianos de mi patria, también de ideal socialista, por lo que está sucediendo a nivel de política gubernamental. Es la preocupación de que el concepto democrático de "laicidad del Estado" o de "Estado aconfesional" -que es un concepto justo- sea interpretado y aplicado en forma no correcta, concretamente en el sentido fundamentalista o totalitario de "ateismo militante". Sucedió así con el nazismo y sucede aún con el comunismo. Se comienza con una actitud de desprecio "agnóstico" ("progresista" se dice) de la religión, considerada como fruto o causa de escaso desarrollo social y cultural. Se continúa permitiendo o incluso fomentando todo lo que pueda desarraigar la fe en el pueblo o desprestigiar a la autoridad religiosa, y se termina con la imposición de normas de propaganda ideológica y de educación escolar de contenido antirreligioso, anticristiano. En esa línea ideológica, se niega a los padres, o se hace difícil de ejercitar, su derecho natural y constitucional respecto a la educación religiosa que quieren para sus hijos y, a la vez, se obliga a todos los alumnos a recibir una educación que llaman "cívica" (o "social", "nacional", etc.) pero que en realidad es, en muchos puntos, contraria no ya sólo a la moral cristiana, sino a la misma moral natural y a la dignidad de la persona. Yo espero que ese abuso totalitario no suceda en España, como no sucede en Italia y otras naciones donde más de 80% de los padres desean - independientemente de su afiliación política de izquierda o de derecha- la educación católica de sus hijos. En España, en la Constitución se dice que ninguna confesión tendrá carácter estatal, pero que las leyes públicas tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones. En esta perspectiva de autentica laicidad se ha dicho que las leyes y las actuaciones del gobierno tienen que favorecer el bien de todos los españoles y tienen que estar al servicio del bien común de todos los ciudadanos tanto creyentes como no creyentes, sin discriminación. Es una exigencia de justicia que no se cumpliría si un gobierno de derecha o de izquierda inspira su actuación en ese fundamentalismo laicista o ateismo militante, desconociendo y humillando la manera de pensar de la mayor parte de los españoles. No se trata de conceder privilegios, sino de respetar la libertas religiosa y los derechos de los ciudadanos.

- P.: Este laicismo se caracteriza por haber "descubierto" lo que se llaman "nuevos derechos civiles", como la legalización "matrimonial" de uniones de hecho, también de homosexuales, el aborto prácticamente sin límites, el uso "terapéutico" de células madre y de embriones, entre otros. Como jurista y como médico ¿Cómo ve este fenómeno de los nuevos "derechos"?.

- R.: Me duele que en España, como ha sucedido en Holanda y Bélgica, se esté difundiendo por la presión económica y de opinión pública de determinadas lobbys, una ideología filosófica y política que no es de sano "liberalismo" sino de individualismo "libertario", de matriz agnóstica y libertina. Con un falso concepto de libertad separado de la verdad (la verdad sobre la dignidad de la persona y la vida humana, sobre el concepto de matrimonio y de familia, etc.) ese individualismo libertario no reconoce algún limite ético objetivo a las opiniones y deseos personales o de grupo. Los deseos se confunden con derechos, y se reivindican como si se tratase de verdaderos derechos cívicos, que la sociedad ha de reconocer necesariamente. Se pueden imaginar fácilmente las aberraciones legislativas, antropológicas y morales a las que podría conducir una filosofía jurídica que siguiese esa línea (como ha ocurrido ya Holanda con el reconocimiento jurídico de un partido de pederastas o a favor de la pederastia. Esa ideología, que confunde a lectores y electores llamándose "laica" cuando en realidad es "anárquica", "libertaria", es con respecto a los demás intolerante, no admite la existencia de valores objetivos y universales" moral y jurídicamente vinculantes. Esto es lo que puedo decirle como médico y como jurista.

- P.: Se ha introducido en el comportamiento y el pensamiento de muchos españoles un relativismo en materia religiosa, que hace decir a algunos que son ateos, que son creyentes no practicantes, o simplemente que no creen ya en nada. Hay una oleada de hedonismo y de libertinaje, que afecta sobre todo a los jóvenes. Esta situación crea un fenómeno complejo a la hora de anunciar el Evangelio.

-R.: Es verdad que la Revolución del 68, verdadero cóctel filosófico de Freud, de Marx y de Marcuse, produjo en Occidente una oleada de hedonismo y de libertinaje nihilista que aún se nota. Me dicen que en España de manera particularmente intensa. En otras naciones, como en Italia, esa oleada ya ha pasado, y los hijos de aquella generación están en una fase de "ripensamento" (conversión) intelectual y moral bastante intensa. Lo digo por experiencia pastoral de la labor con estudiantes de las universidades de Roma. Son muchos los jóvenes que están sintiendo la necesidad de recuperar aquellos valores que sus padres y maestros les negaron dejándose llevar por una filosofía libertaria y nihilista. Hay en sectores amplios de la juventud una sed de verdad y de espiritualidad que les empuja a ser rebeldes contra todo condicionamiento relativista o puramente instintivo y animalesco de la existencia. A estos jóvenes les gusta comprender: el verdadero sentido del amor, que en una persona no se puede reducir al sólo concepto de sexo animal; el verdadero sentido de la libertad, que no es poder hacer todo lo que se me ocurra sino que nadie me impida hacer lo que yo sé que debo hacer; la verdad sobre el concepto de dignidad de la persona humana que no es un ser puramente instintivo y animal sino inteligente, libre y con una dimensión religiosa y trascendente del espíritu que las leyes o costumbres no pueden negar y tanto menos impedir. Y así podríamos seguir con otras manifestaciones actualísimas de la sed juvenil de verdad. Con la misma vigorosa sinceridad muchos jóvenes se hacen preguntas-clave sobre el mismo sentido de su existencia: yo ¿quién soy? ¿un ser para la nada o un ser con un destino eterno? ¿de dónde vengo? ¿cuál es la razón de ser de mi vida? ¿adonde voy? ¿qué hay después de la muerte? Le aseguro que son muchos quienes encuentran en Cristo y en su Evangelio la cumplida respuesta a todas esas preguntas. Sé que hay en España quienes repiten machaconamente -con tanta pobreza intelectual como riqueza de medios- que la doctrina de Cristo es negativa y represiva, y que la Iglesia Católica va camino de ser una reliquia del pasado. Se equivocan soberanamente: el mismo Cristo ya dijo: "los cielos y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán" (Mt. 24, 35). El cristianismo es una insuperable historia divina de amor, de esperanza y de libertad, "la libertad para la que Cristo nos ha liberado" (Gal. 5, 1). Son ellos, y lo digo con dolor los que caminan hacia atrás y hacia abajo en una creciente degradación cultural y moral, bajo el impulso de una ideología libertaria que humilla el verdadero concepto de progreso y de libertad. Rezo por ellos.