Cientos de personas asisten al funeral del ex alcalde de Benidorm Pedro Zaragoza

Actualizado: miércoles, 2 abril 2008 15:20

BENIDORM (ALICANTE), 2 Abr. (EUROPA PRESS) -

Cientos de personas asistieron a los funerales del ex alcalde de Benidorm (Alicante) Pedro Zaragoza, celebrado hoy en la Iglesia la Parroquia de San Jaime y Santa Ana, después de acompañar el féretro por la alameda que lleva su nombre.

Sobre las 11.00 horas de hoy, cientos de vecinos de Benidorm acompañaron al que fue su alcalde en un recorrido por la alameda Pedro Zaragoza, junto con la Unión Musical de la localidad, que interpretó marchas fúnebres y el himno de España. Después, a la entrada de la iglesia, el féretro fue recibido entre aplausos y presentado a la Virgen del Sufragio, patrona y alcaldesa perpetua de Benidorm.

Los funerales fueron celebrados por el vicario episcopal Juan Agost y concelebrados por sacerdotes de Benidorm y localidades cercanas, e incluso de Alicante. Durante las exequias, el sacerdote adscrito a la Parroquia de San Jaime y Santa Ana, Juan Rodríguez, glosó la figura de Pedro Zaragoza y lo ensalzó como "ser humano y como cristiano" y como una persona "dedicada por su pueblo".

Por su parte, el hijo del ex acalde, Francisco Zaragoza, agradeció el "cariño" recibido de todos los vecinos de Benidorm, así como de la provincia de Alicante y de otros lugares de España, ya que al funeral asistieron personas de Madrid, Zaragoza, Galicia, Asturias.

Francisco Zaragoza resaltó que su padre se significó por "querer a todo el mundo" y por enseñar a "no guardar rencor a nadie", al tiempo que destacó que estuvo "haciendo bromas" hasta sus últimos momentos. Finalmente, indicó que ahora "estará tomándose una copita de vino con sus amigos en el cielo".

TRAYECTORIA.

Pedro Zaragoza estaba casado con María Ivars y tenía cuatro hijos, fue alcalde de Benidorm desde 1950 a 1967 y entre sus logros se encuentra la redacción de uno de los primeros planes generales de ordenación urbana de España, el primero que abarcó todo el término municipal.

En los años 50 reguló que nadie pudiese ofender a las jóvenes que paseaban en bikini. Su impulso a la modernización de la ciudad motivó las críticas de la Iglesia y propició que el alcalde viajase a Madrid para pedir el amparo de Franco ante la presión eclesiástica, objetivo que finalmente consiguió.