VALLADOLID, 5 Mar. (EUROPA PRESS) -
El padre Jaime Garralda, impulso del Proyecto Loyola de rehabilitación de reclusos con problemas de drogodependencia en la prisión de Segovia, afirmó hoy que la cárcel "no es un problema social" y por ello no se ponen soluciones para los presos, algo que considera que sí se hace en Castilla y León, "primera Comunidad que se ha tomado en serio que son ciudadanos suyos".
Garralda se expresó así tras una reunión que mantuvo con el consejero de Familia e Igualdad de Oportunidades, César Antón, así como con responsables del Programa Loyola, financiado con 119.000 euros por la Junta, y presos de la cárcel de Segovia que toman parte en esta iniciativa.
"La cárcel desgraciadamente no es un problema social", dijo Garralda, quien afirmó que si a la gente se le dice "ancianos, preocupación, ley"; "niños maltratados, ley"; "presos, que se joroben".
Así, considera que para solucionar los problemas que existen en la cárcel tiene que ser un "problema social" y añadió que Castilla y León es la primera Comunidad en España que lo considera así, como un problema también suyo y por ello apoya los programas como el Loyola.
En concreto, la iniciativa es novedosa, que se ha demostrado eficaz, que se desarrolla en un módulo de la cárcel de Segovia y se dirige a presos drogodependientes a los que se trata de deshabituar, rehabilitar y reinsertar, según explicó el consejero de Familia.
Antón destacó los resultados del pasado año, cuando de los 97 internos que se acogieron a él, 56 fueron dados de alta en el programa, de los cuales, el 32 por ciento fueron altas terapéuticas, un porcentaje similar al de las comunidades terapéuticas acreditadas de Castilla y León y un gran resultado si se tiene en cuenta las dificultades añadidas que comporta realizar una iniciativa de este tipo en un centro penitenciario.
El desarrollo de la actividad en la cárcel es un "valor añadido", según el consejero, quien mantuvo un encuentro también con un grupo de presos que participan en el Programa y que explicaron sus vivencias y su opinión sobre el mismo.
A este respecto, Garralda explicó que el programa pretende evitar la teoría "antigua" de que "con metadona y tentetieso" ya estaba solucionado el problema en los drogodependientes, lo que considera una "barbaridad" y una "falacia", aunque todavía se use.
Garralda cree que el "truco" está en un equipo de gente "vocacionado" que quiere a esos presos y añadió que es necesario el "cariño", lo que considera clave al margen de técnicos o psiquiatras. En este contexto, recordó que recientemente se sometió a una operación para ponerle un marcapasos y cuando volvió al centro penitenciario el pasado domingo los presos se le rodearon "como abejas" para interesarse por él.
ABIERTO A VOLUNTARIOS.
El acceso al programa es completamente voluntario y en él tienen cabida todos los internos de la prisión, con independencia de su origen. De hecho, la mayoría de las personas que se apuntaron al Proyecto Loyola el pasado año 2007 era de otras comunidades autónomas (67 por ciento), seguidas de internos castellanos y leoneses (21,6 por ciento) y, por último, extranjeros (11,3 por ciento).
El perfil de los reclusos que siguieron el Proyecto Loyola en 2007 se completa con los siguientes datos y porcentajes: una edad media de 31 años y estudios de Educación Primaria (54,6 por ciento), seguido de Educación Secundaria (23,7 por ciento), ningún tipo de estudio (11,3 por ciento), Bachillerato o equivalentes (9,3%) y estudios universitarios (1,1 por ciento).
Respecto a las adicciones, el 38,1 por ciento era consumidor de cocaína; un 27,8 por ciento de heroína; el 5,2 de ambas sustancias a la vez; el 16,5 por ciento cannabis y el 11,3 alcohol.
El 38,1 por ciento de los reclusos que se acogieron el pasado año al Proyecto Loyola había recibido anteriormente tratamientos de deshabituación en ambulatorios y centros de día; el 25,8 por ciento recibió tratamientos con metadona y el 11,3 por ciento, tratamientos en comunidades terapéuticas.
La estancia media en el programa es de 236 días para el conjunto de las altas. Las altas terapéuticas tienen una media de estancia de 389 días y las altas no terapéuticas de 175 días. Esos datos son muy positivos en comparación con los de las comunidades terapéuticas acreditadas, lo que indica una alta capacidad de retención del programa, una de las principales razones de los buenos resultados terapéuticos del Proyecto Loyola.
FUNCIONAMIENTO.
El acceso de los internos al módulo terapéutico es voluntario y requiere una motivación seria por parte del recluso en situación de drogodependencia para iniciar o continuar un tratamiento integral especializado.
El consentimiento informado del interno se formaliza mediante un contrato terapéutico en el que constan el objetivo, medios, plazos, tratamiento y derechos y deberes de los participantes en el programa.
Cada interno es tutelado por un terapeuta y recibe un tratamiento individual consistente en intervenciones de carácter formativo, educativo y psicosocial. El módulo terapéutico se organiza de acuerdo a un horario concreto y predeterminado, lo que es compatible con que los internos que formen parte del Proyecto Loyola lleven a cabo las tareas generales de la prisión que establece la normativa penitenciaria y participen en la vida del centro en lo que respecta a talleres, deportes, ocio, etcétera.
El objetivo último y principal del programa es favorecer la reinserción social del recluso, preparándole para la vida en libertad y desarrollando todo el proceso en el vigente marco jurídico penal y penitenciario.
La Fundación del padre Garralda, además de llevar a cabo esta experiencia pionera en Segovia, colabora en otras iniciativas en cárceles como la de Ávila o Palencia, por ejemplo.