MADRID 1 Abr. (EUROPA PRESS) -
Tradición, fe, cultura y atractivo turístico se dieron cita este Jueves Santo en las calles de la capital, transformadas en todo un hervidero de gente, con algunas de las procesiones más emblemáticas de la Semana Santa madrileña, como la de Jesús El Pobre (con salida en la Iglesia de San Pedro), la de Jesús del Gran Poder (Real Colegiata de San Isidro), la del Divino Cautivo (Colegio Calasancio) y la de Jesús Nazareno (Parroquia de San Andrés, en Villaverde).
Bajo un cielo a veces encapotado, a veces soleado, miles de fieles y curiosos se congregaron en algunas de las calles más castizas del centro de la ciudad, como Mayor, Toledo, Nuncio, Cava Baja o en las plazas de la Cebada, Humilladero y la de la Villa. Todos ellos tenían una misma ilusión, ver de cerca las tallas y experimentar el fervor religioso que se multiplica durante las procesiones.
Este año la lluvia dio una tregua y los paraguas no fueron los grandes protagonistas. Sí que lo fue, como ocurre un año tras otro, el fervor religioso, demostrado por cientos de madrileños. Algunos de ellos estaban apostados en los puntos claves de los recorridos horas antes para no perderse ni un sólo detalle.
Muchos de los congregados no pudieron reprimir el llanto al paso de los cofrades que portaban la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno El Pobre y la talla de María Santísima del Dulce Nombre, realizada en 1999 por la escultora Lourdes Hernández.
La contención, el sonido rítmico de los tambores y el silencio de los asistentes quedaba roto en la ciudad poco después de las 19.30 horas con los aplausos de los asistentes mostrando así su respeto a la imagen de Jesús El Pobre.
En la calle Jesús Cordón se encontraban agolpados numerosos fieles, que acudieron a este punto de la ciudad varias horas antes de su inicio para ver de cerca la procesión de Jesús del Gran Poder. Alrededor de las 20.30 horas los devotos contemplaron, emocionados y en silencio, esta procesión.
Los nazarenos, con sus capirotes en la cabeza y algunos con los pies descalzos y con cadenas, volvieron a ser la imagen más fiel del sentir religioso. Todos ellos llevaban esperando un año para poder cumplir sus promesas.
El mismo sentimiento de recogimiento se palpaba en la procesión del Divino Cautivo, que partió del Colegio Calasancio de los Padres Escolapios en la calle General Díaz Porlier, 58. El valenciano Mariano Benlliure fue el autor de la talla.
Las camareras, de luto riguroso y con la mantillas a la cabeza, fueron otras de las grandes protagonistas de las procesiones, junto con los penitentes y los costaleros. Ellas se encargan de vestir las tallas sin que se les escape un sólo detalle.
De la Real Colegiata de San Isidro salió la procesión de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena que, organizada por la Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nazarenos, portando las tallas de José R. Fernández Andes y Antonio Eslava Rubio. Esta hermandad es la más antigua de Madrid de entre las de inspiración andaluza. Nació en 1940 cuando un grupo de sevillanos residentes en la capital la pusieron en marcha.
El paso de la procesión de Jesús del Gran Poder estuvo coronado por las saetas, que rompieron el silencio de la tarde madrileña con esta explosión de sentimiento, una de las señas de identidad más conocidas de esta expresión religiosa.