Actualizado 01/11/2009 21:00

'Callejeros Viajeros' recorre Berlín en el aniversario de la caída del muro


MADRID, 1 Nov. (OTR/PRESS) -

El día que se cumple el 20 aniversario de la caída del muro de Berlín, Cuatro y sus 'Callejeros viajeros' recorren una de las ciudades más vitales y apasionantes de Europa. Un crisol de culturas y de libertad que, paradójicamente, renacieron tras el derrumbe del mayor símbolo de opresión que haya existido nuca. Cuando cayó el muro, cayó la frontera del mundo.

Uli Gross vivió de pequeño la presión y el aislamiento que sufrió su familia tras el levantamiento del muro de Berlín. Cada vez que iba al dentista y veía por la ventana la otra parte de la ciudad, soñaba con cómo podría echar abajo el muro. "Mira, aquí en el décimo piso vivía un general de la Stassi- la policía secreta de la antigua RDA-", confiesa mientras sube en el ascensor a casa de sus padres.

Vivían en pisos altos para controlar a todo el vecindario desde arriba. Sus padres recuerdan emocionados el día en que cayó el muro y todos fueron una sola ciudad. "Lo primero que hicimos fue apuntarnos a un viaje que organizaba el estado para ver el otro lado de la ciudad", cuenta la madre de Uli.

Desde un hotel temático capaz de albergar a los huéspedes en jaulas, hasta una visita a las afueras al maravilloso palacio de San Soussi, pasando por un refugio antiaéreo que puede visitar cualquier ciudadano. Todo es posible en Berlín, donde ocupas, literatos, músicos y jóvenes estudiantes viven la ciudad las 24 horas del día.

Luis Miguélez y Juan Tormento, son dos artistas que compartieron la época de la movida madrileña con Pedro Almodóvar, Alaska y compañía. Hoy, triunfan en Alemania con su grupo Glitter Klinic y cuentan al programa cómo es vivir en la capital alemana. "Aquí puedes salir a la calle con una mierda en la cabeza y nadie te dirá nada", confiesa Juan, extremeño de nacimiento y berlinés de adopción. "Esto es Berlín", cuenta Luis mientras sube las escaleras de una casa en Friedrichschain, uno de los barrios más "cool" de la ciudad. En una esquina, reposa un sofá de colores, que en unos pocos minutos desaparecerá con destino a otro vecino. En esta ciudad todo se recicla y reutiliza.

Por su parte, Israel Balderas es mexicano y vive en Lichtenberg, uno de los últimos reductos nazis de la ciudad. "La primera vez que vine, aquí se leía un mensaje de apoyo a Hitler", cuenta entre susurros y sin dejar de mirar a los lados ante la posibilidad de ser escuchado por algún simpatizante del régimen nacionalsocialista. En Alemania, es ilegal portar cualquier emblema que recuerde a esa época.