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Publicado 29/02/2020 10:44:01 +01:00CET

Una espectacular noche dedicada a Romeo y Julieta cierra el Festival del Habano

El XXII Festival del Habano llega a su fin tras una semana repleta de actividades durante el día y fiesta de ensueño por las noches.Fiestas como la dedicada a la marca Bolívar, celebrada en el club Habana, que dio la bienvenida al festival de esta forma tan sorprendente, y coronada con excelentes actuaciones musicales. O la noche celebrada en el Salón de Protocolo de El Laguito para conmemorar el 85 aniversario de Montecristo y los 30 años de La Casa del Habano.Por el día, el programa oficial acogió conferencias magistrales, presentaciones, la tradicional clase de torcido o la emocionante final del Habanos World Challenge.A las clásicas visitas a las fábricas de Habanos se ha unido este año una muy especial: por primera se han visitado las plantaciones de la Zona de Partido en San Antonio de los Baños.El broche final lo puso la solemne noche de gala dedicada al 145 aniversario de la emblemática marca Romeo y Julieta, con un trasfondo literario. Un evento glamuroso al que han asistido más de 1.200 invitados, de más de 60 países del mundo, dispuestos a pasarlo bien y degustar estas tres nuevas vitolas de la Línea de Oro de Romeo y Julieta, la más Premium de la marca.Durante la cena se ha entregado los Premios Habanos y se ha celebrado la famosa Subasta de Humidores, de estas 5 obras de arte pertenecientes a las marcas más prestiogiosas de Habanos. Una puja, que ya es todo un clásico del festival, cuya recaudación íntegra se destina al sistema de salud pública cubano. La música y la danza, como no podía ser de otra manera, han jugado un papel protagonista de la mano de la orquesta del maestro Patterson, la espectacularidad de la compañía de Santiago Alfonso y la gran Vengsay Valdés, directora y primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba así como artistas cubanos de primer nivel.Como colofón, una artista internacional, la norteamericana Gloria Gaynor, que interpretó algunos de sus clásicos y nos hizo recordar que más allá del desamor y la nostalgia, hay placeres persistentes que nos pueden ayudar a sobrevivir.

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