El valle del Ebro tiene más emisiones de amoníaco de las que se pensaba

mapa de amoníaco desde el espacio
ULB, CNES et INSU-CNRS
Actualizado: lunes, 29 junio 2009 20:24

MADRID, 29 Jun. (EUROPA PRESS) -

El valle del Ebro tiene más emisiones de amoníaco de las que se pensaba, según el primer mapa completo de las emisiones de amoníaco mundial, logrado recientemente gracias a los datos obtenidos por satélite, que revela una subestimación de algunas de las concentraciones de amoníaco detectado por los actuales inventarios e identifica nuevos 'puntos calientes'.

Así, este trabajo, llevado a cabo por un equipo de LATMOS-IPSL (CNRS/UPMC/UVSQ), en colaboración con científicos belgas de la Universidad Libre de Bruselas, ha demostrado una subestimación de las emisiones de amoníaco ofrecidos por los actuales inventarios en los valles agrícolas del hemisferio norte y en particular en los EE.UU. (las regiones de San Joaquín en California y en el valle de río Snake de Idaho) y Europa (los valles del Ebro y Po). Según publica 'Science Daily', las diferencias más marcadas se encontraron en Asia central, con la identificación de algunas fuentes no mencionadas en los inventarios actuales.

El amoniaco (NH3), la sustancia menos contaminante de las reguladas por las directivas europeas sobre la calidad del aire, contribuye de manera significativa a la formación de las partículas que dan lugar a episodios de contaminación. Principalmente se deriva del uso de fertilizantes agrícolas y de la intensificación de la cría de ganado.

Por otro lado, la cartografía de sus emisiones es imprecisa por lo que la sistematización de su vigilancia mundial es difícil. Una vez emitido, el amoníaco sólo permanece en la atmósfera durante un corto período de tiempo, pero desencadena una cascada de efectos sobre el medio ambiente. A nivel local, las altas concentraciones de amoníaco afectan a la fauna, la flora y a la calidad del aire.

En la elaboración del mapa se utilizó los infrarrojos del instrumento francés IASI, parte del satélite meteorológico 'MetOp' desarrollado por el CNES. Al filtrar los datos y su acumulación continuamente durante un año, con más de un millón de mediciones por día y dos pasadas sobre cada parte del mundo, los científicos fueron capaces de generar mapas de sus concentraciones y compararlos con los últimos modelos atmosféricos.