Actualizado 24/11/2016 15:35

Cerca de 80.000 refugiados sirios permanecen en el campo de Zaatari, Jordania, a la espera del fin del conflicto

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ZAATARI (JORDANIA), 24 Nov. (Del enviado especial de Europa Press Televisión, Javier Lillo) -

Cerca de 80.000 refugiados sirios viven de forma temporal en el campo de refugiados de Zaatari, ubicado al norte de Jordania, a pocos kilómetros de la frontera con Siria, donde según estiman las ONG que trabajan sobre el terreno, han pasado ya más de 450.000 refugiados huyendo de la guerra civil de su país que dura ya más de cinco años.

Hasta este campo se ha acercado una pequeña delegación española formada además de por el embajador para Jordania Santiago Cabanas por tres diputadas del Congreso, Meritxell Batet (PSOE), Ione Belarra (Podemos) y Patricia Reyes (Ciudadanos), y miembros de Oxfam que trabajan en Zaatari dando principalmente soluciones de agua y de reciclado y procesamiento de residuos además de construir ciertas infraestructuras como por ejemplo letrinas.

En plena zona desértica, los refugiados que entran por primera vez a este campo, uno de los más grandes del mundo, se enfrentan con un paisaje casi lunar en el que millares de casetas, como las utilizadas en la construcción, inundan una gran porción de terreno.

Muchos llegaron aquí dejando a sus familias en Siria ante lo que se preveía un conflicto corto, pero muchos, tras cuatro años en el campo no ven clara la vuelta al hogar y comienzan a plantearse otro tipo de futuro; muchos barajan, o sueñan, con emigrar de alguna forma a países como Canadá o Alemania, países que entre los refugiados de Zaatari gozan de buena reputación.

Con casi 80.000 habitantes, Zaatari se divisa en el horizonte como un gran campamento blanco, y es en cierto modo una ciudad en la que el orden establecido por las autoridades jordanas y por las ONG que operan hace posible que tantas personas trasladadas puedan vivir con dignidad el tiempo que pasen allí.

El campo se divide por distritos y cuenta con servicios básicos como 9 escuelas (el 20% de los refugiados tienen menos de 5 años), dos grandes hospitales, 9 centros de salud o 27 centros comunitarios donde pueden recibir apoyo psicológico y realizar actividades recreativas.

NEGOCIOS DENTRO DEL CAMPO

Mientras esperan a que la situación mejore en su país, la sociedad siria no se ha quedado sentada y se ha lanzado a trabajar, bien para organizaciones dentro del campo, bien creando sus propios pequeños negocios. Fruterías, tiendas de reparación de calzado, talleres de bicicletas (el único medio de locomoción posible para ellos dentro del campo), venta y adiestramiento de palomas mensajeras, venta de todo tipo de objetos artesanos o supermercados, son los establecimientos que pueden verse dando un corto paseo por la avenida de los Campos Elíseos.

Según datos que maneja el Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (UNHCR en sus siglas en inglés), en Zaatari se han generado un total de 2.500 negocios operados por refugiados. Además, señalan que han surgido un total de 6.500 oportunidades laborales por las ONGs que pagan a los refugiados por su trabajo según un baremo preestablecido que tiene un tope de 2,5 dinares jordanos la hora. Uno de los problemas a los que se enfrentan los refugiados en Jordania es que no pueden tener acceso a contratos de trabajo, por lo que en Zaatari se produce el 'cash-for-work': Reciben dinero pero no hay nómina ni contrato de por medio.

LA PLANTA DE RECICLAJE

Entre tanta provisionalidad, surgen proyectos que generan esperanza en el futuro. Es el caso de una planta de reciclaje de plásticos, cartón y otros materiales en la que trabajan exclusivamente refugiados sirios. Recogen los materiales dentro del campo en grandes carretillas de cuatro ruedas empujadas por ellos mismos (aunque hay quien usa burro), y lo mueven hasta la planta donde separan por tipo de residuo y empaquetan para su posterior reciclaje.

Tal y como explicaba en declaraciones a Europa Press Televisión el ingeniero agrónomo que se encarga de la planta, Wesam Al Sharafat, gracias a este proyecto impulsado por Oxfam Intermon, se da trabajo diariamente a muchos refugiados sirios que ven así una forma de ganarse la vida mientras permanecen en el campo.

Además, esta planta permite dar solución a uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el asentamiento, la acumulación de plásticos y residuos que genera insalubridad.

VIDAS CORTADAS

Pero a pesar de que la situación de los refugiados en el campo es aparentemente buena, cada persona que llega y permanece viene con su propia historia, casi siempre plagada de tragedias. Algo con lo que deben lidiar a menudo, es la incertidumbre que les genera cómo estarán sus familiares que se quedaron en Siria.

Uno de los refugiados trabaja mientras cuenta que la semana pasada una bomba cayó sobre la casa de su hermano mayor y acabó con su vida, tenía 40 años. Él se lamenta pero la pena no puede bloquearle porque debe cuidar de sus cinco hijos que están con él en Zaatari.

Vienen de todos los puntos posibles de Siria, desde Dar`a hasta Homs pasando por Damasco, Aleppo o el entorno rural. A veces llega una familia completa, otras veces lo hacen solos. Una anciana llegó hace más de cuatro años sola. Ahora tiene una caseta de obra alfombrada y con cojines y sonríe al recibir a su invitada, Meritxell Batet. Ofrece un refresco y lo comparte con la diputada mientras llora y ríe a la vez por la vida que dejó cerca de Damasco.

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