Refugiados rescatados por MSF en el Egeo
WILL ROSE/MSF
   
Actualizado: domingo, 27 diciembre 2015 10:16

MADRID, 27 Dic. (Por Mónica de Castellarnau, asesora de Asuntos Humanitarios de Médicos Sin Fronteras) -

   El pasado mes de septiembre, Europa vivió una traumática vuelta de las vacaciones de verano. Mientras los funcionarios de los Gobiernos volvían a sus trajes y oficinas, y los niños reanudaban el colegio, las islas griegas se convertían en una suerte de válvula de escape para quienes huían de la guerra. En cuestión de días, la autopista se extendió por los Balcanes, siguiendo una vía migratoria hacia el interior de Europa que, hasta ese momento, había quedado al margen de los grandes flujos de personas.

   La ruta se desvió ligeramente, como lo hace el agua para esquivar una roca, pero siguió su curso con la fuerza que le insuflaban las voluntades de tantos y tantos dispuestos a ponerse a salvo. Enseguida se evidenció que ninguna barrera podía detenerlos, ya fuera física o administrativa; ni siquiera el riesgo de perder la vida en un viaje peligroso que ha dejado más de 3.600 víctimas mortales según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).

   Más de 825.000 personas han penetrado en la fortaleza europea a través de Grecia en fuerte contraste con las 43.500 que llegaron en todo 2014. El 84% de estas personas provienen de los 10 países que más refugiados generan, encabezados por Siria (49%), Afganistán (21%) e Irak (8%), según ACNUR.

   No habría crisis de refugiados en Europa sin una crisis en Siria. Este éxodo no es más que la última etapa de un viaje más largo. Algunas personas huyen de las bombas que están cayendo en Siria; otras, de la desesperanza que suponen los campos de refugiados en la región.

Foto: WILL ROSE/MSF

EN LA IIGM, ERAN LOS EUROPEOS LOS QUE HUÍAN

   Desde una perspectiva más amplia, el mundo se enfrenta a la mayor crisis de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial. Por aquel entonces, eran los europeos los que huían. En aquel tiempo, se elaboró el cuerpo legal sobre los derechos de los refugiados. Europa estaba interesada en la permeabilidad de las fronteras para que su gente pudiera llegar a los destinos que habían escogido. Por aquel entonces, era fácil para los líderes europeos hablar de solidaridad y compasión.

   El contraste con lo que ocurre hoy en día no podría ser más desolador. Hoy, cuando llegan los refugiados, Europa quiere sellar sus fronteras externas. Se olvidan de la solidaridad y la compasión y no debaten sobre cómo ayudar, sino sobre cómo evitar el reasentamiento de los refugiados en sus territorios. El debate actual no se centra en cuánto se necesita, sino en cuánto es lo mínimo para salir del paso.

   La respuesta abrumadora de la sociedad civil en apoyo de los refugiados ha sacudido ligeramente la conciencia de nuestros líderes (de algunos más que de otros). Sin embargo, la historia juzgará los estados que forman la Unión Europea por su triple fracaso en esta prueba.

Foto: WILL ROSE/MSF

TRIPLE FRACASO

   En primer lugar, no han respondido apropiadamente a las causas y las consecuencias de la crisis que está detrás de esta: el conflicto en Siria (agravado por la guerra de Irak). En segundo lugar, no han actuado con responsabilidad ante la crisis cuando ésta llegó a sus costas. Y, en tercer lugar, han fracasado (de manera lamentable, vergonzosa y cruel) en la prueba moral, con su demostración flagrante de incongruencia ante una crisis humanitaria.

   De esta manera, los países europeos han perdido la legitimidad para solicitar a otros países, y menos aún exigirles, que respeten los convenios internacionales y acaten los principios humanitarios que ella misma no aplica.

   Lo más inquietante es que esta crisis ha confirmado, sin lugar a dudas, que Europa también se rige por la doble moral; que hay una gran brecha entre lo que predica y lo que hace; que cuando las cosas se ponen feas y tiene que proteger sus intereses, no tiene reparos en ignorar las responsabilidades adquiridas en virtud del derecho internacional.

   La buena imagen de Europa como defensora de los Derechos Humanos (o lo que quedara de ella) ha quedado profundamente desacreditada. Es la misma Europa que en otros foros se viste de donante y que da lecciones a otros países y a Naciones Unidas sobre cómo responder más y mejor a las crisis humanitarias en otros continentes.

   La crisis de los refugiados ha puesto de manifiesto que, para los países ricos, el derecho de los refugiados es mera retórica. Y que no solo se ningunea a los individuos que sobreviven a las pateras y a las mafias si no que, poco a poco, de muro en muro, de ley en ley, se está erosionando al marco legal que garantizaba los derechos de aquellos que huyen de las guerras, el mismo que surgió del estremecimiento colectivo del mundo después de la Segunda Guerra Mundial.

Foto: WILL ROSE/MSF

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